![¿Dónde está Metternich?](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202111/22/media/cortadas/69310733--1248x1926.jpg)
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El modelo de político internacional realista, en nuestra era, lo encarna Henry Kissinger. Muy estudiado en los cursos de política internacional desde la publicación de su tesis doctoral, 'Un mundo restaurado' (1957), analiza a fondo la labor realizada por Metternich (diplomático austriaco) en el famoso ... Congreso de Viena (1815) tras la derrota de Napoleón. Este Congreso dio a luz el llamado «equilibrio de poder» entre los estados europeos, política internacional que trajo a Europa un siglo de relativa estabilidad sin que se produjera una gran guerra hasta 1914.
Kissinger afirma que debe ser la preservación del orden mundial, no la paz, el verdadero objeto de toda política internacional. Lo sumariza en esta fórmula, «equilibrio y legitimidad en la preservación del orden e incrementalismo en la persecución de la paz». Primero, porque la paz mundial es una quimera imposible de realizar y, segundo, porque cuando se persigue a cualquier precio uno se pone en manos del Hitler de turno. Hitler utilizó sin contemplaciones el miedo a la guerra para corroer la moral de los estados circundantes y terminar ocupando gran parte de Europa. Hubo que quitarlo del medio mediante una guerra mundial, justo lo que se pretendía evitar.
El Congreso de Viena, presidido por Metternich, tuvo por objeto restaurar un orden europeo que había sido trastornado por la Revolución Francesa, primero, y las Guerras Napoleónicas, después. Más allá de restaurar las antiguas fronteras, el objetivo fue redimensionar las grandes potencias europeas de modo que se estableciera un equilibrio balanceado entre ellas; lo cual las obligaría a resolver los inevitables conflictos por medios pacíficos, a la vez que forzaban a las potencias menores a respetar el orden establecido. Francia tuvo que devolver los territorios recientemente conquistados, mientras Prusia anexionó otros estados germanos para dar forma a la actual Alemania, Austria se amplió con territorios del norte de Italia y Rusia con territorio de Polonia; además ratificaron el recién constituido reino de Holanda y posteriormente el de Bélgica, amén de la restauración de la monarquía borbónica en España.
La actual situación del mundo, donde el orden bipolar vigente desde el final de la Guerra Mundial ha implosionado, clama por una nueva definición del orden mundial y ello hace que el Congreso de Viena venga a la memoria. En efecto, los historiadores consideran que el sistema desarrollado en dicho Congreso dio pasó a la forma moderna de hacer política, al crear un orden multipolar basado en el consenso en lugar del enfrentamiento, con un grado de cooperación sin precedentes. El Congreso estableció una serie de normas que produjeron un equilibrio estable y duradero conocido como el 'Concierto de Europa'. La teoría del «equilibrio de poder», sugiere que la supervivencia de los Estados puede asegurarse mediante la prevención de que ningún Estado adquiera un grado de poder tal que le permita dominar a otros; lo cual se consigue mediante la coalición de los estados amenazados, para prevenirlo. De ahí la importancia actual de una Europa unida frente a otros bloques de poder.
Kissinger fue el Metternich de la I Guerra Fría. Puso fin a la guerra de Vietnam y separó a China de la URSS asimilándola al bloque económico occidental. Abrió así el camino hacia el fin del imperio soviético y, con éste, el de la propia Guerra Fría. Para ello comprometió en la empresa no solo a EE UU sino a todos sus socios occidentales. USA le concedió a China lo que se llama «estatus de nación más favorecida», una designación que le proporcionó los términos más favorables de acceso a los mercados americanos, a su tecnología y a sus inversiones. En cuanto al resto de socios occidentales, admitieron a China como miembro de la Organización Mundial del Comercio, de la OCDE e incluso como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Kissinger fue desde siempre un internacionalista escéptico, desconfiaba de los nacionalismos mesiánicos, para él una redundancia: «Lo que inspira a los hombres no es el equilibrio sino pasar a la historia, no es la seguridad sino la inmortalidad». Los hombres de Estado raramente entienden y respetan las reglas del juego de un orden internacional equilibrado. Su idealismo está motivado a menudo por un sentimiento de providencia divina. Creen que la paz universal no solo es deseable sino factible. El asunto está en dar con la fórmula que produzca el milagro. El inevitable paso siguiente es creer que ellos la han encontrado. El mantenimiento del orden internacional exige credibilidad en los principales actores para resolver los conflictos; pero la ambición desmedida de los estadistas termina por desestabilizar dicho orden. Mientras los países occidentales sigan empantanados en sus «guerras culturales» el único orden internacional posible será, por defecto, la anarquía. Claro que China y Rusia tienen otros planes. Tras la bipolaridad USA/URSS el mundo necesita un nuevo orden multipolar. Un nuevo Kissinger.
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