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Ojalá este titular no fuera literal, sino solo una bella metáfora sobre no conseguir un objetivo tras un largo esfuerzo...
Es agosto un mes de contradicciones. Es el mes deseado. El mes del ocio por excelencia y tradición. Alejarse del sofoco de las ciudades ... de interior. Huir del trabajo -especialmente si no te colma-. Imaginarnos en esa playa paradisiaca que nos recomendaron en alguna sobremesa. Buscar esa foto sobre un barco que haga babear al personal en redes sociales...
Luego nos apelotonamos para conseguir una mesa en un restaurante de moda sin olvidar la foto para Instagram. Sacamos los codos para ganarnos un metro cuadrado en la arena. Repostar combustible se convierte en un acto heroico. Las riñas y tiranteces entre familiares ponen a prueba al más sólido de los matrimonios...
Todo esto, y más, bajo un sudor y una humedad permanentes. Salvo los que optan por el frescor y verdor de las montañas.
Esta dicotomía pasa a un tercerísimo plano tras ver morir a un hombre en la orilla. Solo la imagen en televisión del niño Alan Kurdi yaciendo en la orilla de la costa turca, hace algunos años ya, me ha perturbado tanto como lo ha hecho ver en riguroso -y triste- directo esa pelea entre la vida y la muerte que contemplé con el corazón en un puño frente a la terraza donde me disponía a tomar mi primer café del día. Entre quedarte un tiempo más en este planeta que siempre merece la pena o irte precipitada y, por lo tanto, injustamente. Ver pelear a los socorristas y médicos durante más de una hora contra la muerte de una persona (siempre imaginamos que 'buena' en estos momentos de congoja y empatía máximas) me dejó helado. No cejaban de inyectar vida con sus masajes cardiacos mientras yo era incapaz de empezar el café. No puedo borrar esa imagen.
Una mujer seguía tomando el sol impasible a escasos metros. Un centenar de curiosos con una dosis alta de morbo tenían que ser alejados por miembros de Protección Civil. Yo también quiero saber si va a salir adelante este hombre, pero desde la distancia y el respeto.
Estoy totalmente de acuerdo con Sabina cuando dijo que está en contra de la muerte, incluso de la natural. Yo, si pudiera, prohibiría la muerte en verano.
Nunca es un buen momento para irse. Pocas veces puedes elegir la manera, el lugar, la compañía, aunque siempre te vas solo, igual que llegaste...
Pero, aunque parece que en agosto hasta la muerte se va de vacaciones, ahí sigue. La parca nunca descansa. Y le da más sentido y fuerza que nunca a la frase de Woody Allen que te invita al carpe diem: «Vive todos los días de tu vida como si fuera el último, porque un día acertarás».
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