Secciones
Servicios
Destacamos
La Navidad es un periodo en el que millones de cristianos conmemoran el nacimiento de Dios hecho Hombre, ocurrido dentro de la pobreza y precariedad más absoluta, circunstancias que no han servido de ejemplo a sus seguidores, desde su máximo representante en la tierra, ... el Papa, hasta el último de los pecadores.
Este aspecto se ha ido coloreando con el solsticio de invierno, periodo en que el Sol presenta la máxima inclinación sobre su eje, provocando una mínima luz y haciendo de ese el día más corto del año. En su honor se encendían velas y antorchas, hoy representadas por luces de toda variedad, que significaban el fin del periodo de oscuridad del año, a la vez que una bienvenida al nuevo año. Es el momento que coincide con el nacimiento de Jesús en Belén, como signo de amor, humildad y solidaridad.
Todo ello se ha ido en el tiempo enriqueciendo y mezclando, dando como resultado una fiesta que combina todas las inquietudes, sentimientos y fantasías. Representa el fin de una época, el punto y final de un periodo. Suena la música, cuyos ecos alcanzan a todos los rincones y el bullicio se hace ensordecedor. La alegría nos embarga a todos. Las imágenes cotidianas se dulcifican. Hasta el estado emocional se permeabiliza, sensibilizándose. La sonrisa se hace constante, y la solidaridad, y el amor, a los que se suma la esperanza de forma inconsciente. Todos apostamos por algo mejor, porque termine la oscuridad, porque aparezca la luz, que es vida vibrante y gozo, porque siga el baile, hasta el éxtasis, que culmina a altas horas de la noche.
Es hora de las reflexiones, de analizar el pasado, de observarle más de cerca y de entenderle, le miramos más detenidamente, penetrando en sus contenidos, y de él extraemos aquellas notas que nos servirán para proyectar nuestro futuro, para seguir o no el camino elegido, para rectificar si fuera necesario o para continuar redoblando los esfuerzos. Es la hora del diálogo interior, de leer nuestra propia intimidad, de escrutar nuestras conciencias, así como de valorar las relaciones con los demás.
Cada individuo, joven o mayor, tiene su propio proyecto vital, más o menos largo y más o menos rico, pero cada uno dispone de una vida propia que analiza, reflexiona, a la vez que observa el camino recorrido, y el carácter del mismo, liso o pedregoso, que hay que intentar allanar en la medida de lo posible, diseñando correctamente la meta y perseverando hasta lograrla.
Es, también, el momento simultáneo de una despedida que puede ser feliz para unos o triste para otros, y de un encuentro, de la recepción de un tiempo nuevo, que es lo mismo que la esperanza, todos trataremos de gestionar mejor los diferentes problemas que dejamos atrás, a la vez que agudizaremos nuestro estado cognitivo, para que el camino que iniciamos sea los más productivo, sano y grato posible, cada uno en su campo.
Cada uno desde sus circunstancias, cada uno desde su personalidad y responsabilidades, ha de saber que cuenta con los suyos, pero que el único artífice de su vida es él, el verdadero protagonista es él, y que de él depende el proyecto a diseñar, visionando siempre, si tiene familia, cual es la auténtica responsabilidad que tiene sobre la misma, y desde ahí, desde la suma de la opinión de todos, ensamblar el conjunto de intereses.
En estos días se mezclan sentimientos, deseos y esperanzas, los conocidos son más cercanos, los amigos son más compresivos, más solidarios y más cooperadores y la agregación de las familias es más compacta, más rica, porque los sentimientos ancestrales se revitalizan trayendo al presente recuerdos y vivencias generalmente llenas de ternura. Son días que a los cristianos les inspiran amor, bondad, humildad y solidaridad con el prójimo necesitado.
A los cristianos y a los que no lo son, pues también ellos beben de estos sentimientos, en la medida que son universales y nacen de un espíritu escondido en el fondo de nuestros corazones.
Todos en su conjunto, cristianos y no cristianos, tenemos que hacer votos, en principio por la paz, porque nadie desde la soberbia o la ignorancia atropelle a nadie, de tal forma que aquella plaga de caminantes desarropados, frágiles, hambrientos y sin apoyo, en busca de una tierra mejor desaparezcan, como la soledad y la pobreza.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.