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Semanas atrás tuve la oportunidad de ver una entrevista que le hacían a Arturo Pérez Reverte en el programa 'El Hormiguero' de Antena 3. Coincidí en buena parte de las manifestaciones de este excelente escritor, pero sobre todo con su visión de cuál es ahora ... la nueva religión a la que nos enfrentamos en nuestra sociedad políticamente correcta; fue toda una visión. Efectivamente estamos ante el buenismo de lo políticamente correcto disfrazando al lobo de la manipulación políticamente estudiada. De 'El Dios de las pequeñas cosas' (fascinante novela de Arundhati Roy) hemos pasado al dios de las cosas tontas, ignorantes, arbitrarias, doctrinarias e intolerantes y culturalmente tan peligrosas como quienes pretenden imponerlas en base a sus propias frustraciones, cortedad mental y afán de conseguir el poder. Poder que en su infancia les fue privado por las circunstancias y que ahora les permite dirigir una opinión pública cargada de todas sus frustraciones y represiones, ahora convertidas en opuestas fortalezas.
Estoy en contra del machismo, de los extremismos, de las personas subvencionadas, del pensamiento único, de lo políticamente correcto, de los tontos y los manipuladores ilustrados, de los que nos quieren adoctrinar en base a sus propias miserias, de los mentirosos compulsivos. Desprecio la prepotencia de quien tiene un altavoz mediático para condicionar a los que nos creen mentes blandas y detesto a los gobernantes que, desde su púlpito, se permiten adocenarnos con leyes, decretos, redes sociales y otras artes de pesca.
Por el pro, admiro la inteligencia, la capacidad de superación, la sana ambición, las personas con criterio, las carreras profesionales jalonadas de progreso, la buena gente, el agradecimiento, la libertad de pensamiento, el verdadero interés público, los políticos con experiencia profesional, la sabiduría humilde, la enseñanza libre e independiente, a los profesionales con pedigrí. Admiro a los que se enfrentan a los que tienen la fuerza de su mano, a los que son capaces de expresar lo que todos callan y a los que creen en sí mismos por encima de cualquier otro credo.
Sinceramente creo que hemos llegado al punto de rebelarnos contra esta religión de superchería que nos vende oropel envuelto en quilates de supuesta verdad. Esta religión de rasgarse las vestiduras por todo lo que no confiesa con sus panfletarias visiones de una verdad que sólo les sirve a ellos mismos. Soy un completo ateo de esta religión de dioses del progreso anclado en el comunismo ideológico de que todos pensemos bajo el mismo cedazo. No cuela, señores. Su religión nos pretende vender un mundo frentista de izquierdas y derechas, de ricos y pobres, de buenos y malos (los que no confiesan con ustedes) y de listos y tontos, de modo que con nuestra adhesión a su catecismo seamos capaces de identificarnos. Bad religion.
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