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No deja de sorprender la actitud que el principal líder de VOX, Santiago Abascal, un partido en teoría católico y tradicional, demuestra hacia la máxima autoridad de la Iglesia, el papa Francisco, al que denomina despreciativamente «el ciudadano Bergoglio». Ello me ha llevado a ... pensar que en ciertos ambientes españoles de la derecha y la extrema derecha se está produciendo un giro acelerado hacia una nueva religión, hacia lo que los sociólogos denominan «Religión Civil». Consiste ésta en sacralizar los principales símbolos nacionales a los que se atribuye un valor religioso. Su primera y más conocida expresión es la denominada «Civil Religion» americana. Se trata de una forma de religión que no coincide con ninguna de las religiones tradicionales y que se basa en un sistema de valores, creencias, mitos, ritos, símbolos que proporcionan un aura de sacralidad a los Estados Unidos en cuanto entidad política, a sus instituciones, a su historia, a su destino en el mundo. Desde su independencia como colonia inglesa el pueblo americano se considera el nuevo pueblo elegido por Dios para llevar a cabo una misión histórica en beneficio de toda la humanidad.
Desde el primer presidente, George Washington, en su toma de posesión, todos juran fidelidad a la Constitución y concluyen con la fórmula «Help me, God» («Que Dios me ayude»). Esta religión tiene sus 'Sagradas Escrituras' que son la Declaración de Independencia y la Constitución, guardadas y veneradas como las 'Tablas de la Ley'. Venera a sus héroes santificados como George Washington, el Moisés americano que liberó de la esclavitud inglesa al «nuevo pueblo de Israel», es decir, a los americanos de las colonias conduciéndoles a la «Tierra prometida» de la libertad, de la independencia y de la democracia. Tiene sus mártires como Abraham Lincoln, víctima sacrificial asesinada el Viernes Santo del 1865. Como todas las religiones, también la religión civil tiene sus templos de culto como el monumento a Washington, el Lincoln Memorial, el cementerio de Arlington, donde se venera la tumba al Soldado Desconocido, símbolo de los ciudadanos caídos por la salvación de la Patria. La religión civil tiene también sus sermones y su liturgia, como el discurso inaugural del presidente el 4 de julio, fiesta de la Independencia, el Día de Acción de Gracias, el Memorial Day en conmemoración de todos los caídos en la guerra.
En España han sido los partidos nacionalistas los primeros en crear un embrión de religión civil y se han construido sus mitos, sus iconografías, sus rituales, sus símbolos, sus mártires y, naturalmente, sus enemigos. Primero los nacionalistas vascos con su lengua, sus fueros, su árbol de Guernica, su Sabino Arana, su Aberri Eguna, su bandera, su himno y su democracia prehistórica, «la más antigua del mundo». Después han intentado imitarles los soberanistas catalanes con el mito de la Guerra de Sucesión, su 1 de octubre, sus mártires, su lengua y sus banderas.
Todos se consideran un pueblo oprimido como los hebreos en Egipto y esperan un liberador como Moisés o G. Washington que les conduzca a la tierra prometida. De una manera similar, VOX y, en cierta medida, el PP parecen añorar la ausencia de todo esto en el nacionalismo español y han basado su ideario político en inventar una nueva religión civil. Y, al igual que los otros nacionalismos, también consideran a España un pueblo oprimido como los hebreos y esperan un liberador que les conduzca a la soñada tierra prometida para lo que sería un obstáculo la religión tradicional representada por el papa Francisco. Esta nueva religión hace ondear por doquier la bandera de España frente a los símbolos tradicionales, las cruces, las estrellas de David y las medias lunas, que durante siglos han sido invocados frente a las instancias y los principios éticos universales por encima de cualquier bandera y nación.
Hemos visto recientemente a un diputado del PP criticar el confinamiento decretado por el Gobierno de la Nación por el covid 19 tildándolo de «cuarentena medieval». Desconocía este diputado que la cuarentena no es una invención medieval sino mucho más antigua pues remonta sus orígenes a los cuarenta años que el pueblo hebreo vagó por el desierto bajo la conducción de Moisés y también Cristo pasó una cuarentena orando y ayunando en el desierto. Todo buen cristiano observa su cuarentena anual, la cuaresma, al igual que nuestras abuelas observaban la cuarentena posparto imitando a la mujeres judías y a la Virgen María. Es una pena que, al evocar con desprecio la cuarentena, olvidase que se trata de una práctica religiosa que podía servir a los fieles de la nueva religión para inmunizarse frente a las nuevas «herejías» que amenazan la Historia Sagrada de España: el independentismo, el comunismo, el socialismo, el liberalismo y también Europa.
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