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En los manuales de política internacional suele definirse el orden mundial como: «la combinación de instituciones, ideas y estructuras de poder que determinan la forma en que se despliega dicha política». Un nuevo orden mundial requiere, pues, un cambio en las vigentes reglas del juego ... que modifique la combinación resultante, de modo que se despliegue una fórmula diferente, un nuevo ordenamiento político del mundo. Estados Unidos está empeñado en perpetuar el orden vigente, en el que lleva la voz cantante. China, Rusia y demás regímenes autoritarios pretenden establecer un nuevo orden mundial más acorde con sus ideas, instituciones y estructuras de poder.
Si fuera posible, Europa preferiría un orden que preservara la democracia liberal -versión social-mientras la actual hegemonía americana evoluciona hacia un orden multipolar. Es decir, que Europa estaría de acuerdo con Estados Unidos en potenciar un orden democrático, y con los otros actores en que sea multipolar en lugar de unipolar. Lo que podríamos llamar una 'tercera vía' si no fuera porque el término está muy desprestigiado en estos tiempos de extrema polarización.
Al empezar el siglo XX -fin de la Primera Guerra Mundial- los americanos reclamaban un orden mundial que favorece la democracia liberal; al principio del Siglo XXI, chinos y rusos reclaman un orden mundial que favorezca la autocracia. A su juicio el estatus de única superpotencia, que Estados Unidos ha venido disfrutando desde la caída del Muro de Berlín, le ha proporcionado un poder desmesurado sobre el resto del mundo, y están dispuestos a cambiarlo por un orden multipolar.
Los hechos cantan: caída del Muro en 1989; intervención militar en la antigua Yugoslavia en los años 90; bombardeo de Belgrado en 1999 algo que los chinos, a quienes volaron su embajada, nunca han olvidado; tras la voladura de las Torres Gemelas Estados Unidos invocó la cláusula de mutua defensa del tratado de la OTAN e invadieron Afganistán; en 2003, en contra de ciertos miembros de la OTAN, invadieron Irak por su cuenta. Todo esto probaría, según chinos y rusos, la voluntad de transformar el orden mundial en un sistema unipolar, por la fuerza.
Pero Rusia ha leído la salida de Estados Unidos de Afganistán con el rabo entre las piernas como síntoma inequívoco de que el orden mundial americano está desmoronándose. Incluso ha comparado la caída de Kabul con la caída del Muro; esta sería, pues, la oportunidad de pagarle a los americanos con la misma moneda. Los chinos tampoco andan muy lejos de dicha lectura, consideran que en lo que va del siglo XXI han consolidado su estatus de gran potencia; lo cual les autoriza a jugar un papel en los asuntos internacionales irreconciliable con el papel dominante de Estados Unidos. Xi Jinping ha llegado a decir que: «el Este va en ascenso mientras el Oeste declina».
Esto no es todo lo que ambicionan China y Rusia. Saben que la democracia liberal se basa en la idea de unos Derechos Humanos Universales que amparan a cada individuo, por el contrario, su proyecto de sociedad se basa en que los derechos colectivos están por encima. Por tanto el nuevo orden mundial debe, como mínimo, respetar que tradiciones culturales diferentes promocionen un concepto distinto de los Derechos Humanos. Lo cual supondría que la declaración 'universal' pasaría a ser 'regional' y otras regiones desarrollarían sus propios conceptos. Esto es mucho más fundamental de lo que parece, porque supondría la legitimación de la autocracia como un sistema a la par con la democracia y la opción de elegir entre la una y la otra.
Hay más. Los asesores áulicos de Putin le aconsejan que renuncie a sus infructuosos esfuerzos para formar parte de la civilización occidental, y adopte una mentalidad híbrida de país genuinamente euroasiático. Los chinos, por su parte, llevan años promoviendo la fusión del confucionismo con el comunismo; lo cual garantiza la primacía de lo colectivo sobre lo individual.
Más difícil todavía. China y Rusia demandan que Estados Unidos respete el dominio que ellas van a ejercer, y de hecho ejercen, en sus propias esferas de influencia regionales. Esto es, que EEUU abandone la promoción y apoyo de las «revoluciones de color» en los antiguos países de la unión soviética; así como el apoyo a Taiwán, Hong Kong, Xintiang, Japón... Putin lo ha dicho muy claro: su objetivo último en esta crisis es que Estados Unidos abandone definitivamente sus posiciones en Europa y se repliegue en su continente. En cuanto a XI, quiere lograr lo mismo en el Pacífico Oriental. Si Rusia logra triunfar en la actual crisis ucraniana, ello abriría la puerta a qué China invada Taiwán y consolide sus bases militares en el sur del mar de China. Mientras tanto, Europa anda haciendo equilibrios en el alambre.
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