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Sin avisar y de manera abrupta entró otoño en nuestras vidas. Tiempo gris en lo meteorológico que, hace que nos refugiemos en espacios cerrados poco ventilados, precisamente lo contrario a lo aconsejable para evitar la propagación del coronavirus debido a los aerosoles. ... También esta estación es buen momento para la introspección y reflexionar acerca del pasado y futuro cercano. Así, como dice el escritor japonés Haruki Murakami: «Es necesario de vez en cuando limpiar los circuitos de nuestro sistema de información para que vuelva a ponerse en marcha con libertad». Esta actitud proactiva es recomendable, a modo particular, para cualquiera que quiera separar lo necesario de lo superfluo y dirigir su propio destino abriendo su mente. Y es trasladable ahora que nuestras administraciones están carburando sus presupuestos para 2021. Además, debería ser motivo de un análisis concienzudo ajeno a mensajes publicitarios, puesto que es fácil caer en la simplificación del «sube/baja», según la técnica del anclaje (compararse sólo con el año anterior), o en cierta infantilización al no explicarnos bien las cosas. Añadamos aquí que deberíamos ser exigentes respecto a lo que nos planteen desde el Estado, región o nuestro municipio, que sea viable económicamente. No hablamos así de enfoques filosóficos sino de que incluso los ansiados fondos de recuperación europeos quizás no lleguen hasta mediados de 2021 y además solo se desbloqueará ahí una parte, según la famosa cláusula de «condicionalidad».
En todo caso, los presupuestos son una labor que combina destreza técnica (cifras a cuadrar) y política (geometría variable de apoyos dadas las recientes prórrogas en muchas administraciones), al existir procedimientos y plazos cerrados. Son apuestas marcadas ya por una situación epidemiológica que, tras situarnos en recesión, ha hecho que con los temidos rebrotes la recuperación sea lejana. Nunca ha sido tan difícil como ahora y debemos exigir lo máximo, puesto que hay mucho en juego. ¿Entonces? Me gustaría leer que en vez de endeudarnos más se hablase de ampliar bases imponibles y reducir gastos fiscales. O que en vez de ajustar gasto se planteasen mínimos de provisión en sanidad y gastos sociales, aunque no veo eso en el debate actual. Como decía Samuel Johnson hace dos siglos: «Los grandes logros son hechos con la perseverancia». De ahí, y aumentando la densidad de talento, pueden venir «rayos de esperanza» si los presupuestos incluyen cambios eficaces para reactivarnos ante la crisis. Confiemos, pero verifiquemos luego si es así.
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