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Últimamente leo, escucho y siento como se utilizan a la ligera términos como: fascista, golpe de estado o dictadura comunista, entre un largo etcétera. Palabras gruesas, con un enorme contenido, tanto simbólico como histórico. En ningún caso vacías, más bien todo lo contrario. Nos ... hemos acostumbrado a la terminología bélica en la que hemos sucumbido, yo el primero, al tiempo que nos hacemos los suecos dejando el calzado en el rellano o practicamos una lastimera gimnasia —ahora fitness— frente al portátil con una 'youtuber' que parece de la familia. Como la memoria siempre es flaca y la historia interesa poco, aplicar esos términos en nuestra España actual es cuanto menos frívolo. Cualquier persona pasa de franquista matutino a bolchevique vespertino. Requisito, contradecir al interlocutor. Nos van las etiquetas en trajes ajenos.

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