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No hace ni un año del nacimiento del 'papeluco' en Madrid. Suscrito por dos padres de la patria, el socialista Ábalos y el regionalista Mazón, expresaba los compromisos del PSOE con una lista de inversiones en infraestructuras y otros menesteres en Cantabria: desde trenes ... de altas prestaciones hacia el sur y el oriente, hasta la financiación de Valdecilla y muchas cosas más, que puede usted refrescar en Internet. Era un 13 de junio. Los firmantes no parecían supersticiosos.
Aquel 'papeluco' justificaba un doble acuerdo político: la coalición de PRC y PSOE en Cantabria para el Gobierno regional (de la que el 'papeluco' se convirtió en el anexo 'Adenda 1') y el voto afirmativo del diputado del PRC a la reinvestidura de Pedro Sánchez. Ambas acciones se ejecutaron. Sin embargo…
Sin embargo, fue Mazón el único voto no socialista que acumuló Sánchez en verano. El líder del PSOE no quiso ni ceder a las exigencias de Podemos ni cortejar a Ciudadanos, con quien sumaba holgada mayoría absoluta. También Albert Rivera se cerró en banda. Todo el mundo se puso en modo de elecciones repetidas, en las que esperaba triturar a los de enfrente y a los de al lado. Esto dejó el 'papeluco' en un limbo: el Gobierno que lo tenía que ejecutar estaba meramente en funciones, no podía presentar un presupuesto y se abría nuevo impasse electoral.
Al término del cual el 'papeluco' sufrió otro percance. Pues en ese momento el PRC, aunque se le daban garantías sobre el documento, no veía con buenos ojos no ya la coalición PSOE-Podemos, que no le apasiona, sino tampoco su imprescindible asociación con los 'autodetermineitors' de Cataluña. Esto llevó a votar ahora contra la investidura de Sánchez. El enfado socialista se tradujo en amenazas, el PRC se revolvió y durante unos días la coalición que gobierna Cantabria pendió de un hilo. Fue además ocasión de que se manifestase con claridad que, llegado el caso, el PRC no tendría problemas para terminar la legislatura él solito.
Al final, se suscribió la versión 2.0 del 'papeluco', reiterando la primera y algunas adiciones simbólicas y reafirmantes, que pasaron a ser 'Adenda 2'. Era 13 de enero. Otro 13: fuera supersticiones. Esta vez no firmó ningún dirigente nacional del PSOE, con lo que la reválida quedó a expensas del sacramento presupuestario de la confirmación. Que no parecía muy católica, por las dificultades del nuevo Gobierno para presentar un proyecto de ley en medio de encarnizadas contiendas electorales en Cataluña, País Vasco y Galicia.
Y en eso, tanto provocar al 13, llegó el coronavirus y el viernes 13 en que se dio la alarma. Presupuesto de 2020: lo que el viento se llevó. Y para el Presupuesto de 2021: condiciones apocalípticas, parón económico, destrozo social y exigencia sanitaria. Muchos menos ingresos y muchos más gastos. Si no estuviéramos en la Unión Europea y en la zona euro, los hombres paleolíticos de Puente Viesgo nos parecerían a esta hora una serie futurista como 'Star Trek'. Total, que 13 + 13 = 0. La historia utiliza su propia tabla de sumar.
El Estado tiene hoy tanto una buena excusa como una buena razón para ir anotando, al lado de cada renglón del 'papeluco', la coletilla de «cuando se pueda, que ahora no». Frente a las exigencias sectoriales, las territoriales perderán peso. Y no solo para 2020-21, sino para una legislatura completa, que es lo que tardaremos como mínimo en salir de tan insólito agujero macroeconómico.
Ciertamente, ahora nos podríamos aliviar de estos dolores si estuvieran en obras las integraciones ferroviarias de Santander y Torrelavega, los espacios empresariales de Las Excavadas y La Pasiega, la rama cántabra del Museo Reina Sofía y el nuevo Museo de Prehistoria en Puertochico, o la demolición y construcción de otra cosa en la abandonada Residencia Cantabria, o la transformación del Mercado Nacional de Ganados, o en vigor los nuevos planes urbanísticos de Santander y Torrelavega… ¿En qué fase está, por ejemplo, el proyecto de terapia de protones, que lleva dando vueltas para un lado y para otro desde mediada la legislatura anterior? Muchos otros proyectos podrían estar en ejecución: EDAR del Besaya, Conservatorio de Torrelavega, zona de San Martín en Santander, la carretera de Duález a Viveda… Todos esos expedientes, que se han venido lanzando durante años de mesa a mesa como en una semifinal de Wimbledon, se convierten ahora en pretensiones cuya financiación se ha vuelto más que problemática. Si estuvieran en ejecución atraerían fácilmente «fondos de reconstrucción».
El documento-base de la legislatura se ha convertido en un papiro egipcio: una curiosidad histórica. Los documentos propios que podrían compensarlo duermen, a su vez, en el elíseo de la perfección jurídica o la imperfección política, tanto da, porque el balance es el mismo vacío. ¿Cuál será entonces la base para gobernar Cantabria? Esperemos que se vaya abriendo en la opinión la clara idea de que necesitamos todo un 'libruco' con nuevos contenidos, ritmos y apoyos. Nada de 'estudios' ni de inventar la piedra de mechero: acción directa con lo que ya está sobre la mesa para realizar, y respaldo a los sectores productivos en su necesidad. La región terminó el año 2019 con un crecimiento notoriamente inferior a la media española. Cantabria ya era población de riesgo macroeconómico antes de la pandemia.
El 'papeluco' no debería hacer el papelón. No lo convirtamos en un fantasma truculento: dejemos que descanse en el panteón de las buenas intenciones o en el apasionante archivo de las ficciones políticas. Del 'papeluco' de las inversiones hay que pasar al 'libruco' de la reconstrucción, salvando lo salvable, naturalmente. Cuanto antes, mejor. Y si no lo presentan otro día 13, sería un detallazo. No nos vaya a ocurrir como al pescador de Dinamarca que, interpelado por el Nobel de Física Niels Bohr sobre por qué tenía una herradura colgada en la puerta, si no era supersticioso, respondió: «Y no lo soy, señor Bohr, pero dicen que da suerte incluso a los que no creemos en ello». Quizá el 13 da mala suerte a los que tampoco creen en ella.
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