Pareto y la novia
CANTABRIA POSITIVA ·
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CANTABRIA POSITIVA ·
Si no se produce una renovación teológica profundísima asistiremos al fin del cristianismoAnécdota y categoría casi han coincidido. Mientras la crónica rosa regional y la conversación cotidiana se centraban, por un momento, sobre la boda de un político cántabro con ilustres invitados a la ceremonia, una reciente publicación estadística no solo mostraba la debacle que el ... año 2020, por el covid, representó para las cifras nupciales, sino que además recordaba un impresionante fenómeno cultural, difícil de exagerar. A finales del siglo XX, la proporción entre casamientos por la Iglesia y bodas civiles era grosso modo un 80/20, que los economistas y sociólogos recordarán como una regla de Pareto. Pues bien, dos décadas después la proporción se ha invertido exactamente, pues ahora un 80% de los casamientos son por vía civil.
No es peculiaridad cántabra, sino tendencia general de España, donde ya hacia 2009 se registró el equilibrio entre ambos formatos nupciales. Lo interesante es lo que significa como mudanza del fondo de creencias de los españoles (y los cántabros) en este siglo XXI. Una mayoría no cree que necesite a la Iglesia para algo tan importante como formar un hogar; y si a esto se le asigna un sentido espiritual, desde luego ya tiene poco que ver con el relato bíblico y es más bien algo filosófico (pues tampoco es que la gente haya vuelto al paganismo y someta la ceremonia a Afrodita, Artemisa u otra deidad antigua).
Debemos colocar estos datos junto a la escasez de vocaciones, las dificultades para cubrir las tareas de las parroquias y la mengua de comunidades religiosas. También, por el otro lado, la importante labor que se sigue desarrollando en instituciones sociales, sanitarias y educativas: esta labor humanitaria y social del catolicismo es muchísimo más valorada que los aspectos rituales y doctrinales. Parece que está llegando un momento en el que, si no se produce una renovación teológica profundísima, asistiremos a lo que el historiador romano Andrea Ricciardi teoriza ya como el final del cristianismo. El último bautizo podría darse en 2048, señala. De ahí a la misa por metaverso hay un paso. Lo peor es que no va a haber cristiano que tome el AVE Santander-Bilbao, literalmente.
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