Patria de fantasmas

El presidente de esa nación fantasmal se llama Carles Puigdemont. La semana pasada organizó un acto en la localidad francesa de Ribesaltes para proclamar el 'Consell per la República'. En ese acto, donde los ministros se hicieron la correspondiente fotografía de familia (no todos los fantasmas son invisibles al ojo humano), también se presentó un documento donde se marcan los objetivos estratégicos para explicar el proceso independentista por medio de su Ministerio de Exteriores libre y fantasmal.

Cuando Puigdemont era presidente de la Generalitat y lanzó aquella fantasmada de la Declaración Unilateral de Independencia, aseguró que no quería ser presidente de un país irreal, inventado y virtual. Y ya ven, hasta los fantasmas políticos tienen los mismos defectos que los reales: no cumplen sus promesas. Es cierto que han pasado cinco años desde entonces y que han ocurrido unas cuantas cosas, entre otras que el independentismo vive feliz en el regazo del Gobierno 'progre' de Pedro Sánchez. Así que al pobre Puigdemont ya no le hacen caso ni los de su cuerda, y me temo que como siga por ese camino perderá hasta la posibilidad de asustar al personal, que es lo propio de la naturaleza muerta de todo fantasma con su patria incluida.