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Pumby se aproxima con curiosidad a un charquito maloliente en el que se entremezclan restos líquidos y sólidos. A sus ojos parece un manjar exquisito, y por eso se sorprende cuando siente un leve tirón en el arnés y su dueña lo aparta del lugar. ... El charquito era el producto de la vomitona de quien bebió demasiado la noche anterior, en una de esas quedadas con mucha litrona y poca sesera. A Fobos lo tuvieron que operar de urgencia porque los cristales rotos de una botella tirada en la acera hirieron gravemente una de sus patas. Sherry se acercó a oler en una esquina y pronto se dio cuenta de que el regato bajante por la pared no era canino. Rayo tropezó, casi sucesivamente, con dos bolsas de papel arrugado, tres vasos de plástico, dos jeringuillas, una colilla aún encendida, cuatro latas vacías de cerveza, dos mascarillas y una montaña de basura fuera del contenedor.
Jardines de Pereda, tarde de junio. Una mamá con un niño junto a un árbol. La mamá le baja los pantalones y el niño deposita allí su mierdecilla. La mamá le limpia, y ya iba a marcharse cuando llaman su atención. «Perdone, ¿quiere una bolsita?». La mamá mira a la joven como quien ve a un marciano, preguntándose, seguramente, para qué quiere ella una bolsita. La joven lo aclara: «Supongo que no pensará dejar ahí la caca del niño, ¿no?». Nos quejamos, con razón, de los excrementos que pueblan las calles, pero no son culpables los perros sino sus dueños. «Qué cerdos son estos humanos» sería su primera frase si los perros hablasen. Porque Leo encontró esa tarde chicles mascados, cientos de pipas, tres condones -enhorabuena, chavales, pero tiradlos donde se debe- y presenció cómo dos niños maltrataban una escultura de Miró con el tontolaba de su padre al lado.
Este periódico viene publicando una serie semanal en la que personajes relevantes de la sociedad cántabra explican la relación que mantienen con sus mascotas, y aunque perros y gatos son mayoría, la diversidad en la elección es notable. En las entrevistas de Nacho González Ucelay el anecdotario, muy variado, coincide siempre en lo esencial, en el afecto compartido con estos seres que alegran la vida y contribuyen a mejorarla. Dos son los titulares que me interesa destacar aquí: «Antepondría a India a algún miembro de mi familia», según Hipólito Celis, Súper Poly DJ por nombre artístico, y «Quiero a mis perros más que a la mayoría de la humanidad», en palabras del director teatral Francisco Valcarce. Ellos lo dicen y otros lo piensan. Visto lo que hay, es difícil negar que la compañía de los animales domésticos es preferible a la de muchas personas.
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