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Leo que un joven extranjero ha muerto. La primera impresión es que murió desfallecido, de hambre, agotamiento, o en todo caso, de pobreza. Tal vez saldrán ahora quienes dicen que en España nadie muere de hambre, que se drogaba, que ayer había tomado sopa; que ... fue mala suerte, o un aneurisma. Tal vez. Pero, probablemente, la muerte de hoy es solo el final de una cadena de pequeñas muertes, fracasos y derrotas. De quien emigró huyendo de la pobreza para encontrarse con más pobreza y soledad. Ayer volví a ver a Antonio. No sé, me impresiona mucho su mirada, abatida, triste, de petición. Me lo encuentro con frecuencia por el centro. Siempre con un gesto sencillo, con su mano dispuesta. Rostro de necesidad. Mano que pide sencillez. Gesto suplicante. Algo de esto tiene vivir desde la limosna.

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eldiariomontanes Pobres y pobreza