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Tras más de veinte meses de pandemia por SARS-CoV-2, a las puertas de la Navidad, encaramos un nuevo momento en el que la incidencia por covid está subiendo, tanto en toda Europa como en las comunidades autónomas españolas, y de nuevo se debe ... apelar a la prudencia.
Hasta ahora la vacuna se ha revelado como el arma más efectiva para paliar el impacto del virus. Los últimos grupos para los que la Comisión de Salud Pública ha aprobado inocular la dosis adicional son trabajadores sanitarios y sociosanitarios y los mayores de 60 años. La finalidad es reforzar la protección. Y precisamente extender esta vacuna al colectivo de mayores de 60 años es lo que había venido defendiendo Cantabria en los foros entre el Ministerio y las comunidades autónomas, porque son esos grupos de edad los que siguen presentando una mayor vulnerabilidad a desarrollar una enfermedad grave.
El sistema sanitario público de Cantabria está preparado para afrontar las vacunaciones en esta nueva etapa, que comenzó con la dosis de refuerzo a las personas mayores que viven en instituciones sociosanitarias. Se llevará a cabo en principio en esta fase en centros de salud y hospitales porque la población susceptible de recibir la dosis puede absorberse en estos centros sanitarios y la logística es siempre más sencilla. Se está poniendo todo el empeño para que la vacunación avance a buen ritmo y, en este sentido, no puedo dejar de volver a dar las gracias a los profesionales que están dedicados a esta tarea: en el ámbito de la Salud Pública y de los servicios centrales del SCS a todos los técnicos que trabajan en la planificación y gestión de las vacunas, y en los centros de salud y hospitales a todo su personal y, especialmente, al colectivo de enfermería y a los profesionales que registran los datos. Todos siguen esforzándose para cuidarnos.
Pero pese a este trabajo incansable, el gran interrogante al que nos enfrentamos, una vez más, es la evolución futura del virus y de su transmisión: ¿hasta qué punto subirá la incidencia?, ¿y la hospitalización?, ¿qué pasará en cuanto a restricciones? …
Por desgracia, nadie tenemos una bola de cristal, pero tras este tiempo de convivencia con el covid sí sabemos qué medidas funcionan: vacunación, mascarilla, distancia social… Son acciones sencillas y efectivas.
Una gran baza es la vacuna y, pese a repuntes del virus, no hay que bajar los brazos, es algo que se ha dicho repetidamente: la vacuna no impide la infección al cien por cien ni la trasmisión, pero la evidencia de los datos nos demuestra que, de producirse, cursará de un modo mucho más leve.
Por eso, no cabe más que seguir recomendando recibir la dosis, sin bajar la guardia en las otras medidas de protección universales. Estas premisas son la mejor garantía para sortear la enfermedad y para poder mantener la mayor normalidad posible en todos los órdenes: social, laboral y económico.
Lo cierto es que este 2021 lo recordaremos, al igual que 2020, como otro año clave en el que la sanidad, por razón de la pandemia, ha sido la gran protagonista y ha estado nuevamente bajo el foco. También porque la evolución del virus lo ha condicionado todo.
Con casi dos años de covid-19 sobre nuestras espaldas, parece buen momento para reflexionar sobre la sanidad. Son muchos los retos en el sistema, pero hay que subrayar que ya existían problemas antes de la pandemia, que ha puesto más en evidencia la urgencia de unas reformas que tendrían que haberse abordado hace tiempo.
El cambio que necesita nuestro Sistema Nacional de Salud es un cambio sustancial, que debería emprenderse desde el mayor consenso posible y en el que todos los agentes implicados deben afanarse para lograr un acuerdo por encima de sus intereses específicos, haciendo un esfuerzo por anteponer los de los pacientes.
La sanidad tiene ahora importantes desafíos. Y para afrontar mejor las necesidades, en Cantabria el proyecto de presupuesto de la Consejería de Sanidad y del Servicio Cántabro de Salud para 2022, que está en trámite parlamentario, supera por primera vez en la historia los mil millones de euros.
Entre esos retos que tenemos por delante están, en términos generales, la digitalización del sistema; una reforma profunda y seria de la forma en la que gestionamos los recursos humanos para atender mejor a los usuarios, y más en este contexto de pandemia; y la sensibilización de la población para conservar su salud. Y este último es un aspecto fundamental.
En el ámbito de la digitalización se ha avanzado mucho, en parte obligados por la inmediatez a la que nos ha obligado la pandemia, que nos ha descubierto que la teleconsulta puede ser un medio efectivo para resolver determinados tipos de consulta. Esperemos que todos estos avances hayan venido para quedarse y no retrocedamos.
Por lo que se refiere a la gestión de los recursos humanos, todas las comunidades autónomas debemos analizar las ineficiencias. Esto implica revisar la formación, los sistemas de acceso, o la distribución de los recursos existentes, por señalar algunos aspectos. Y en ello estamos trabajando.
Y respecto a la sensibilización en salud, una reflexión: cuanto más educada sanitariamente esté la población y más contribuya a sus propios cuidados, menos necesidad tendremos de estructuras sanitarias para atender procesos agudos y realmente pondremos el peso del sistema sanitario donde tiene que estar, en la prevención, en la salud pública y en la educación sanitaria desde la atención primaria, que es donde reside gran parte del desafío actual. Para encararlo ya estamos trabajando las comunidades, cada una en su ámbito, pero también junto al Ministerio, en planes que, confío, sirvan para mejorar el sistema en un plazo razonable, y que deberán contar con una adecuada dotación económica.
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