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En diciembre de 1932, el arquitecto municipal Ramiro Saiz Martínez propone un elegante proyecto de balneario para la playa de La Magdalena con un dibujo exquisito. No llegará a construirse, si bien, en su lugar y tras un concurso público cuya resolución acabó en el ... Tribunal Supremo, el primer balneario (de madera) sería sustituido por el actual, obra del arquitecto Javier González de Riancho.
No muy lejos de esa ubicación, apenas a 150 metros, las antiguas propietarias de balneario de madera solicitan al organismo de Costas la construcción de uno nuevo, donde mantendrán el nombre del original: Polo Norte. El proyecto fue del arquitecto Juan José Resines del Castillo y sus planos se datan en octubre de 1953 (aunque se construirá poco después), compartiendo firma con el ingeniero Agustín Gómez Obregón. Este tándem fue responsable, en 1960, de la gasolinera (ahora cafetería) de los jardines de Pereda, junto al Centro Botín. Resines firmó, asimismo, y entre otros, el proyecto del Depósito de Tabacos Elaborados del Extranjero (1959) en la confluencia de las calles Antonio López y Marqués de la Hermida. Un destacado arquitecto, sin duda.
Durante la construcción del balneario pudieron verse escenas notables en la playa de Los Peligros, pues hasta hay constancia de un grupo de paquidermos proboscídeos... Sí, de elefantes, bañándose en ella...
Este balneario, recibido ahora por el ayuntamiento de Santander en concesión (obligada) de Costas, presenta un estado de abandono notable, asentado en la parte baja de la punta de San Marcos (que así se llama ese punto del paseo de la Reina Victoria). Se procedió, incluso, a la retirada completa de las carpinterías de la planta superior como primer paso a su iniciada (y paralizada) demolición. El edificio habla de arquitectura náutica, de patrimonio y de historia de la ciudad (llena de anécdotas, además), y el balneario responde a una clara vocación de servicio a las playas de Santander, fiel a su inicial caracterización en el título del proyecto: «bar restaurante con servicios deportivos».
Que era un servicio reclamado lo demuestran las fotos de su cimentación con otro balneario esperando tras él. Este arquitectura playera fue una de las más características de la ciudad, que siempre contó con este tipo de instalaciones a lo largo de todos sus arenales para atender a los bañistas, con vestuarios, gimnasios y depósitos de material náutico, además de las propias instalaciones hosteleras.
Una situación espectacular en la bahía de Santander, mirando hacia el sur, hace del edificio, además de un elemento reconocido del patrimonio santanderino (protegido por el Plan Especial del Sardinero), un espectador privilegiado de los últimos acontecimientos del extremo sudeste de la ciudad. Desde el ensanche residencial frente a Los Peligros, con dársena incluida, que habría permitido ir ¡andando! hasta la isla de La Horadada (nunca construido, más sí documentado en planos de 1906 firmados por el entonces ingeniero Director del Puerto, Jesús Grindas), hasta la rotura de la propia roca horadada, pasando por la ahora deslumbrante isla de La Torre y su Escuela de Vela (en origen, 1934, refugio para la Sociedad de Fomento de la Caza y Pesca). El remate lo aporta la controvertida obra del, hasta hoy (y no se sabe si ya para siempre, o no), huérfano espigón que tantas opiniones ha generado en los últimos años (con antecesores a principio del siglo XX).
El patrimonio cultural santanderino en su borde marítimo es numeroso y digno de máxima atención y respeto. De hecho, prácticamente desde el dique de Gamazo hasta la plaza de Italia, todo ese frente está declarado Bien de Interés Cultural, por no hablar de la punta y los jardines de Piquío (donde Ramiro Saiz Martínez volvió a mostrar su mejor diseño). Hubo edificios y espacios singulares en este entorno, como el restaurante Miramar (más efímero) o la ermita de San Roque, hoy desaparecidos, y otros que fueron sustituidos o transformados con mejor o peor acierto, pero es importante que la ciudad conozca y valore su patrimonio y lo mantenga vivo y cuidado, pues de su ornato y belleza dependerá la imagen global de un municipio que no puede renunciar a su legado histórico y cultural más característico. Aunque radique en el Polo Norte...
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