Por un puñado de e-yuanes
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La moneda digital estatal china modificará el sistema financiero internacional actualNo debe sorprendernos que China sea el primer país del mundo que, implantando una moneda digital estatal, toma la vanguardia para deshacerse del papel moneda: ellos lo inventaron, como medio de cambio, en el siglo VII. La necesidad de emplear un medio más liviano ... que las antiguas monedas de metales preciosos como instrumento de cambio lo exigían, hace 1.300 años, las gigantescas distancias que debían recorrer las mulas con aquellos pesados y valiosos fardos. Con el nacimiento del dinero en papel (originalmente, corteza de morera), uno de los primeros desafíos de las autoridades imperiales fue combatir las falsificaciones, cuyo delito estaba castigado con la muerte. Hoy los retos son otros y las necesidades que viene a satisfacer el e-yuan, también.
La moneda nacional china se llama yuan (o RenMinBi, que significa: «dinero del pueblo») y no es, a día de hoy, una moneda convertible internacionalmente. Con la iniciativa del yuan digital (o e-yuan), el régimen chino pretende independizarse del patrón-dólar, que domina el sistema global de pagos desde hace 70 años, en sustitución del antiguo patrón-oro. Este movimiento de China, sumado a una táctica cuádruple (paulatina venta de reservas de dólares y bonos del Tesoro americano, compra masiva de oro y emisión en e-yuanes de préstamos vinculados a proyectos de su iniciativa la «Nueva Ruta de la Seda»), tiene como objeto alterar el sistema financiero internacional actual, tal y como lo conocemos. El impacto geopolítico del proyecto emprendido por China, con la digitalización del yuan, ahonda la fractura del mundo en dos sistemas, como ya ha advertido el Secretario General de la ONU: «Cada uno con sus propias reglas comerciales y financieras, su propia internet y capacidades de inteligencia artificial». El asunto es de máxima importancia: la nación cuya moneda sirve como moneda de reserva se beneficia de menores costos comerciales (al no haber tasas de cambio de por medio) y acceso a tasas de préstamo más bajas.
Con un objetivo claro desde hace décadas (romper el monopolio estadounidense de la economía mundial), China ya ha logrado implantar el uso masivo (86%) de los pagos digitales en su territorio, donde cada vez es más difícil, a pie de calle, encontrar comercios que acepten transacciones en metálico. Este logro ha dejado en manos de las multinacionales chinas (Tencent & Alibaba) la gestión de cantidades astronómicas de pagos digitales, circunstancia que también pretende corregir el régimen de Pekín con la emisión del e-yuan por parte del Banco Central de China. El nombre técnico en inglés del e-yuan es DCEP (Digital Currency Electronic Payment: Pago Electrónico en Moneda Digital). El e-yuan no supondría trastorno alguno en la rutina diaria de millones de chinos que, pagando desde hace años con su móvil, únicamente tendrían que activar un nuevo monedero digital, esta vez estatal. Ese sería el primer paso para que la divisa digital china se convierta en una moneda transnacional: los 40 millones de chinos en las comunidades de la diáspora y los 160 millones de turistas chinos anuales serían los pioneros en el desarrollo del mercado global del e-yuan.
Esta estrategia forma parte de un esquema mucho amplio y largoplacista, como apunta Claudio Feijóo -el experto español de referencia en nuevos desarrollos tecnológicos del régimen de Pekín-, «el gobierno chino tendría información completa en tiempo real [de transacciones monetarias y la información total que estas agregan] en lugar de tener que averiguarla a través de la información de terceros». Las criptomonedas, basadas en sistemas descentralizados 'blockchain', permiten, precisamente, separar las transacciones monetarias del control de los estados. Paradójicamente, la maniobra defensiva del gobierno chino, lanzando su propia moneda digital y evitando hacer depender sus pagos digitales futuros de eventuales criptomonedas diseñadas en el extranjero, pretende todo lo contrario: fortalecer el papel del Estado. Así, al objetivo ya comentado de mayor independencia financiera del dólar, de lucha contra la evasión fiscal y lavado de capitales, se añade, además, una decisiva capa de control social. Por ello, la falta de privacidad y el acceso que el Banco Popular de China tendría a la información relativa al manejo de su divisa digital, hace poco verosímil que en Occidente se vaya a adoptar masivamente el e-yuan.
En este contexto, a China se le ha presentado una oportunidad única para intentar acelerar el reemplazo del dólar por el yuan digital: la crisis del coronavirus, que recomienda evitar todo tipo de contacto con elementos de contagio, como es el dinero en metálico. Si el proyecto tiene éxito, un e-yuan podría eliminar, a medio plazo, la necesidad de efectivo físico y servicios de pago en China. Tal vez, con suficiente perspectiva histórica, el 2020 no pase a los anales por la crisis del coronavirus sino por ser el año en que los chinos implantaron su moneda digital fiduciaria, marcando el comienzo de un nuevo orden económico mundial.
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