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Los incendios y la inflación lo queman todo. Lo único un poco bueno es que probablemente sea este el final de la bulimia consumista, surjan nuevos tiempos más sensatos y se produzca el ocaso de 'la grande bouffe' de las marcas cuando ética y estética ... se acerquen un poco, lo que sí sería una buena noticia.
La publicidad, el marketing y la moda acercan posturas y adaptan sus mensajes a los nuevos tiempos. Se cargan de razón los movimientos anti-logo o anti-marca, aunque no sé yo si no será todo transitorio y que cuando 'estabilicen', que así se dice, incluidos los incendios, volvamos a las mismas.
En estos tiempos todo es posible. Si somos capaces de regalar en pocos días 100.000 hectáreas al fuego, qué no seremos capaces de hacer.
Estremecen las noticias sobre incendios, que ocupan casi en su totalidad la información, y uno se pone o se quiere poner en la piel chamuscada e indignada de la gente que los sufre, mientras los partidos políticos se echan culpas entre sí.
Es la destrucción del fuego la canción repetida que se canta y padece cada año mientras se debería estar disfrutando en las fiestas de los pueblos. Nada hay más transversal que los incendios y sus consecuencias, y todos los partidos son responsables según quién gobierne en cada región. Todos acuden a las mismas disculpas vanas mientras transcurren encendidas o quemadas las fechas de la sangre del fuego. Y en octubre, cuando debería recuperar ritmo el trabajo, comienza la siesta.
No se enteran de que la solución es justo la contraria: la siesta en verano y las pilas cargadas en otoño e invierno. Ni saben que cuando llega el verano y aparecen los periodistas sustitutos en televisión, nerviosos por su juventud e inexperiencia, ante el reto de la información destructora de los incendios confunden el número de hectáreas y el nombre del bombero-jefe.
De hecho, no suele rectificarse la noticia cuando se confirma que en lugar de 50.000 fueron 5.000 las hectáreas arrasadas, o que en lugar del comandante Hontañón fue el teniente Navarrete el que intervino, pero eso ya no tiene importancia. Lo que la tiene, y esa es la información con un poco de sentido, es que vamos cambiando los hábitos de consumo 'a mejor' mientras observamos espantados como todo se calcina a nuestro alrededor.
No sé qué vamos a hacer sin nuestro verde, sin nuestros montes, sin nuestros valles y sin Adriana Lastra, todo a la vez. Aunque es cierto que a lo mejor se controla un poquito la inflación si sabemos que cuando hablaba, subía el pan. No sé qué va a ser de nosotros sin ella. Estamos muy quemados.
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