El archivo renacido de Mazo

Llevo unos meses disfrutando en las redes sociales de las fotografías de Juan Antonio Mazo García (Santander, 1925-1999), un fotógrafo y reportero gráfico que se inició en este arte cuando era alumno del colegio de los Salesianos y se convirtió con su cámara en un excepcional notario de la vida de la ciudad, con la que llegó a reunir más de 200.000 negativos en blanco y negro y 38.000 en color, entre 1947 y 1982.

Este tesoro gráfico no sólo destaca por la calidad de las tomas y por sus asuntos, algunos de ellos de un valor histórico indiscutible vinculado a importantes personalidades de la vida artística, cultural y deportiva que pasaron por Santander. Su voluminoso archivo también refleja cambios urbanísticos, escenas cotidianas de personas por las calles o en sus casas, espectáculos, acontecimientos académicos, religiosos y sociales de una época que cada vez más necesita referencias para que no se diluya en la nada.

Si cada foto refleja toda una carga artística, en su conjunto el archivo de Juan Antonio Mazo constituye un testimonio único de la memoria de Santander que por su importancia demanda una recuperación como acto de responsabilidad.

Al mérito de desplazarse a los lugares, tomar imágenes y revelar, hay que añadir el carácter metódico y ordenado del archivo y el cariño que Mazo supo inculcar a sus hijos, Juan Antonio y Mercedes, que se han propuesto dar a conocer su contenido. Hasta el momento han digitalizado más de 50.000 imágenes que vamos conociendo gracias a su generosidad por recuperar esos instantes de luz que, como yo, vivimos muchos santanderinos. Mil gracias.