![Los bigotes, cincuenta años después](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/05/27/RACING-SAMPERIO.jpg)
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Yo era un chaval que tenía 17 años y que, como muchos, soñaba corriendo detrás de un balón. Jugaba en el Toluca, y aquel día, vestido de futbolista, pisé por primera vez la hierba de los Campos de Sport. Me emocioné y di rienda suelta ... a mi imaginación mientras alguien nos guiaba para desfilar y luego formar en grupos junto a cientos de jugadores de otros equipos. Cómo me hubiera gustado jugar aquel día, como días después lo hicieron dos de mis compañeros de equipo, Pedro Camus y Pedro Alba. Pero sólo éramos parte de una fiesta de gala deportiva que celebraba el ascenso del Racing a Primera División aprovechando la visita del Real Murcia, líder y virtual campeón de Segunda. La entidad de los dos equipos, ya considerados de la máxima categoría, atrajo a TVE para retransmitir en directo el encuentro que fue el primero televisado en Santander y también el primero con equipos de Segunda División, suponemos que por influencia del cántabro José Manuel Riancho, responsable en aquellos años de la dirección de Radio Nacional de España y racinguista por los cuatro costados.
Era el 20 de mayo de 1973 y hacía un sol primaveral que animó aún más a los aficionados que estaban entusiasmados con aquel equipo. La directiva era consciente de la importancia que suponía para la imagen del club aquel partido que vería la mayor parte de la afición futbolística española gracias a la televisión. Además del desfile de equipos y charangas ambientado con la banda de música municipal, hubo jolgorio de pancartas, banderas racinguistas, cohetes, tracas y explosiones de aplausos, también dedicados a los jugadores del Rayo Cantabria que habían subido a Tercera División.
Y el partido fue de los mejores. Yo lo vi desde el vomitorio, la esquina reservada para los pases de favor. Lástima que acabó sin goles. El Racing alineó aquel día a Santamaría, De la Fuente, Chinchón, Portu, Sistiaga, Santi, Martín (Docal), Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado y Sebas. La superioridad del equipo montañés fue evidente, creando ocasiones de gol en acciones de Sistiaga, Aitor Aguirre, Barba (uno de los mejores aquella tarde), Martín, Sebas y Docal, todas surgidas gracias a un juego de combinaciones que embellecieron el espectáculo deportivo. Aunque no se pudo batir la puerta de Ojeda, el guardameta del conjunto murciano, el Racing, además de haber conseguido el ascenso, logro quedar imbatido en su campo.
Fue una jornada para no olvidar. Habíamos seguido la evolución de aquel equipo desde que nos despertó a todos la proeza defensiva del equipo personificada en Juanjo Santamaría, su guardameta, que no había forma de meterle un gol. Se ganó en los primeros cuatro partidos. Luego vendría un empate a cero en Valladolid y los comentarios de la prensa crecían en torno a la imbatibilidad de los racinguistas. Y continuó la racha, de tal manera que se habían jugado siete partidos ligueros consecutivos sin que le marcaran un gol, todo un récord. Sin embargo, en el siguiente partido, contra el Elche, jugado en Altabix, el portero racinguista fue batido por primera vez. El extremo izquierdo del club ilicitano, Melenchón, fue el autor del gol. El partido terminó con empate (1-1).
En el regreso a Santander, los futbolistas se quedaron a dormir en el hotel Los Llanos de Albacete y con la idea de mantener el interés de la marcha del equipo los jugadores decidieron dejarse bigote hasta que perdieran un partido. Fue cosa de dos de los que ya tenían bien crecido su mostacho: Espíldora y De la Fuente. Y así surgió la leyenda del Racing de los Bigotes que terminó en la duodécima jornada en Vallehermoso, al caer derrotados 2-0 por el Rayo Vallecano.
A falta de tres partidos para finalizar la competición, el Racing consiguió el ascenso matemático al ganar al Tenerife en Santander. Las cosas se pusieron difíciles porque fueron los tinerfeños quienes se adelantaron en el marcador. Luego empató Aitor Aguirre y dos minutos después, Docal conseguiría el gol de la victoria, desbordando la alegría racinguista.
El ascenso fue la oportunidad que el presidente racinguista, Valentín Valle, había esperado para anunciar su dimisión que se publicó en la prensa dos días después del partido contra los tinerfeños. Había cogido al club en Tercera y lo dejaba en Primera, dejándolo con una plantilla respetable y con una economía que había superado el lastre de los 24 millones de pesetas, incluidos los intereses de los créditos, que se soportaban en su toma de posesión. En el partido contra el Murcia, cuando Valentín Valle hizo acto de presencia, la afición prorrumpió en una prolongada ovación dedicada al dirigente del Racing. Ni recuerdo, ni sé que tales o semejantes manifestaciones se hubieran dedicado alguna vez a un presidente racinguista en la historia del club. También se exhibieron pancartas donde se pedía que siguiera al frente del equipo.
Hoy Manolo Chinchón, el capitán de aquel equipo, hará el saque de honor en el partido contra el Cartagena con alguno de aquellos jugadores. Su maltrecha y legendaria rodilla de pundonor volverá a estar presente y activa en el campo. Y yo volveré a soñar, como cuando tenía 17 años, en correr detrás de ese balón.
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