¿Por qué?

La violencia de los hombres hacia las mujeres y el número de asesinatos que se producen sigue creciendo, al menos esa es la sensación que se trasmite desde los medios de comunicación ante la repercusión que generan. Y cada muerte no sólo nos indica la gravedad del problema, sino el evidente fracaso de las políticas de protección que desde hace años se llevan a cabo.

¿Pero cuál es el motivo por el que la lógica del razonamiento no se emplea para combatir este tipo de violencia y se insiste en los errores? La reflexión conduce a una lamentable respuesta: porque no interesa. Los crímenes contra las mujeres justifican cuantiosos presupuestos en ayudas económicas a organizaciones feministas, altos cargos de la Administración, campañas publicitarias, programas de formación y, sobre todo, el fomento de una ideología que pretende adueñarse en exclusiva de la defensa de la mujer cuando en realidad se la utiliza como instrumento político.

Cualquier planteamiento serio para resolver esta importante lacra social, al menos merecería un estudio sobre la tipología de agresores y víctimas, sus entornos, causas y demás circunstancias que ayuden a entender estos crímenes y así poder enfocar el origen del problema y prevenirlo, más allá de la simple explicación del machismo como única causa que subyace en la naturaleza de todos los hombres, algo que al parecer se asume en las informaciones que las fuentes del Gobierno proporcionan sobre este tipo de crímenes. Porque contra la ya conocida y básica regla periodística que Rudyard Kipling convirtió en «honrados servidores»: cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué, siempre nos falta saber el porqué. ¿Por qué?