Rector magnífico

Experiencia le sobra, habiendo sido Rector de la Universidad Complutense de Madrid, una entidad más difícil de gobernar que la mayoría de los países representados en la ONU. Así lo comprobó al perder por la mínima las votaciones en las que aspiraba a la reelección en 2019. Que un matemático pierda la toga negra por poco más de un punto en un sistema de voto ponderado demuestra que las matemáticas están incluso por encima de los matemáticos.

Pero seguramente conserva esa visión general necesaria en un rector, que además lo ha sido de una universidad de gran relevancia, y ahora puede aplicar a la UIMP aquella parte de su bagaje más aprovechable en el nuevo empeño.

La mejor manera de recibir a un rector nuevo en La Magdalena consiste en subrayar que la UIMP es, funcionalmente, lo que en su día fue Alfonso XIII y su veraneo. Es decir: escaparate de lo más destacado de España; escaparate de lo más destacado internacionalmente; y motor de Santander y Cantabria. Como ya no se trata de la aristocracia de escudo de hace un siglo, sino de la cognitiva y artística contemporánea, se trata de mantener esa categoría de la presencia, pero en su dimensión científica y cultural.

La República creó oportunamente, pronto hará 90 años, el sustituto funcional de la corte veraniega alfonsina: un centro de encuentro de los mejores profesores, estudiantes, artistas, españoles o extranjeros. Esa era la pretensión de Pidal, Ortega, Unamuno, Salinas, Gaos y tantos otros. A ello se unió la pujanza de la nueva medicina en Valdecilla y la herencia de los cursos de español promovidos por Allison Peers desde Liverpool. Si logra retomar ese hilo histórico y actualizarlo a 2022, será magnífico rector, además de Rector Magnífico.