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Quién no tiene problemas, dificultades, retos que superar? Vivir es resolver situaciones, superar obstáculos. Crecen como las setas en un terreno fértil, húmedo e inmenso. Hemos sido configurados para vivir en un mundo físico y limitado, en el que debemos afrontar carencias, necesidades y peligros ... para poder sobrevivir y salir adelante. Desde mis limitaciones defino la inteligencia como la capacidad de resolver problemas complejos, difíciles. Por eso, como seres inteligentes que somos, nos toca utilizar nuestra mente y nuestra gestión emocional para digerirlos, del mejor modo posible, y tratar de evitar que se reproduzcan; cuanto más de raíz los cortemos, menos posibilidades habrá en este sentido.
La mayor fuente de problemas la proporcionamos los seres humanos en nuestro modo de desenvolvernos por la vida. Somos problemas con piernas, para nosotros mismos y para los demás. Si el planteamiento de vida de todos nosotros fuera mucho, mucho más sencillo, no nos complicaríamos tanto la vida. Los egos, el afán especulativo, la agresividad, la posesividad, el poder, la notoriedad y otras maravillas por el estilo nos hacen provocar situaciones que, al complejizarse, se convierten en problemas de menor o mayor enjundia. Es nuestro sino. Einstein decía que un problema no puede solucionarse al mismo nivel ni desde la misma perspectiva en el que fue creado. Claro, el nudo que se lía o liamos lo hace en unas coordenadas y el tiempo lo puede engrandecer y transmutar, incluso puede llegar a parecer algo completamente distinto de lo que es por naturaleza. Estos son los peores problemas porque, ante ellos, aplicamos soluciones que nada tienen que ver con la causa que los originó. Y, si bien, un problema tiene una confluencia de causas y un único origen, las soluciones pueden ser tantas como ideas factibles seamos capaces de generar en nuestra mente.
Lo más curioso que nos sucede es que cuando hemos resuelto un problema, sobre todo uno de gran magnitud, pensamos que ya nos hemos librado de esta pesada carga de resolver y afrontar. Nada más lejos de la realidad, porque a los pocos días, de nuevo, se vuelve a activar cualquier otro conflicto. ¡Son tantas las posibilidades de enfangarnos! Ahora bien y esto es lo más relevante que quería compartir, sea cual sea la naturaleza del problema, tenga solución o no, lo que más nos va a permitir gestionarlo a satisfacción es nuestra actitud; incluso hay quienes se mueren con amargura en el rostro y otros que lo hacen con una sonrisa en la boca. Como casi siempre todo depende del camino que elijamos, ante un mismo final, el paisaje del recorrido será diferente para cada cual. El tren y la ventanilla son los mismos, el paisaje, el que tú quieras ver.
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