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Superada la primera curva de la pandemia, y con la impresión de un camino expedito, unos de los miedos más recurrentes fue el referido al comportamiento de los alumnos en los diferentes centros escolares, y de forma especial, de los niños de preescolar, primaria... Los ... padres expresaban sus dudas, la sociedad sus muchos temores y los profesores vivían con la esperanza de encontrar una respuesta positiva.
Hemos superado los primeros meses del curso y la estampa que ofrecen la mayoría de los colegios es ejemplar, niños de tres y cuatro años en fila, cumpliendo de forma escrupulosa todo lo ordenado por el profesor de turno. De igual forma, jóvenes en cursos superiores, observan de forma disciplinada las medidas que previamente han sido expuestas por sus profesores, representan un ejemplo de responsabilidad.
Incluso, aquellos padres que dudaban, que expresaban con miedo el comportamiento de sus hijos, en estos momentos me comentan asombrados que no solamente responden de forma fiel a lo que el colegio les indica, sino que en casa son guardianes del buen comportamiento con el resto de la familia, tíos y abuelos, y nos exigen cierta disciplina, pues son sabedores de lo que significa el contagio y las distancias, amén de las mascarillas.
Es una lección muy importante que los adultos hemos humildemente de aprender. Todos sabemos de su sensibilidad y de su capacidad de observación, además de que el aprendizaje es una suma de la incorporación de pautas de conducta, observadas en el ambiente, de aquí que el resultado en este caso se corresponde con una información aprendida, junto con un comportamiento incorporado y coherente con la información, sumando a todo ello la responsabilidad de un estricta aplicación.
Goethe afirmaba que «qué podemos esperar del comportamiento de los niños, si a menudo sus progenitores protagonizan en público espectáculos de náusea». Esto en nuestro criterio ha evolucionado de forma positiva, los pilares de nuestro bienestar, trabajo productivo organizado y bien remunerado, el desarrollo de la salud pública, la higiene, la dieta adecuada y actividad física, dentro del espacio del ocio, ha conseguido altos niveles de salud y bienestar, fruto de comportamientos más higiénicos, productivos y amables, en medio de una comunicación más rica y cercana.
En este caso, en nuestro criterio se da un positivo correlato entre la cercanía y la preocupación de los padres, además de una implicación personal mucho más cercana y personalizada, así como el esfuerzo del profesorado previo al inicio de curso, de tal forma que la respuesta no es extraña, la reproducción de lo observado ha sido respetuosa, diligente y además expresada con cierto grado de placer, al saber que están cumpliendo una norma exigida por los adultos y la sociedad en general
Este ejemplar comportamiento quizás explique la nota que los jóvenes españoles han obtenido en «competencia global» en el informe PISA. Sabemos que cada tres años se realiza una evaluación de tres diferentes áreas, Matemáticas, Lengua y Ciencias, evaluaciones en las que no figuramos en los primeros lugares dentro de los países de la OCDE, jamás hemos conseguido una buena nota, se han discutido hasta la saciedad las causas, entre las que destacan los continuos cambios de los planes de estudio, del sistema educativo, la capacidad y formación permanente del profesorado, el número de alumnos por clase, y de forma especial el presupuesto económico por alumno.
No obstante, en el área de «la competencia global», que se ha medido por primera vez y que tiene en cuenta la capacidad de los alumnos de socializarse, de estar con los demás, de adecuarse a cualquier circunstancia, de la riqueza en habilidades para dar la mejor respuesta en la búsqueda del equilibrio grupal -habilidades, en definitiva, de comportamiento social adecuado-, nuestros alumnos han sacado una de las mejores notas, y se han situado entre los cinco primeros países del mundo, muy por delante de los europeos, de la totalidad de los integrados en la OCDE.
Además de la capacidad para adaptarse a situaciones nuevas y a cualquier tipo de cultura, les define de forma especial la relación respetuosa y amable que tienen con las personas mayores, su trato exquisito en responsabilidad y respeto y la empatía, respeto y capacidad de protección que les une a los emigrantes, y a cualquier individuo que exprese alguna necesidad, en los que ven personas necesitadas de compresión, solidaridad y respeto. Sus inquietudes sociales se sitúan por encima de la media, y se vehiculan sobre la preocupación por el medio ambiente y el planeta, incluso por la necesidad de combatir la pobreza mediante la solidaridad con los que tienen menos. Tienen un sentido igualitario y equilibrado de los diferentes grupos sociales, y subrayan como muy negativo los enfrentamientos, los conflictos sociales, y la falta de diálogo. Convengamos todos en estar orgullosos de nuestros hijos y nietos, porque han dado en su conjunto una respuesta sana, un tallo joven y fuerte, nacido del hastío de un medio esterilizador, denigrante, profundamente negativo, y por ello destructor.
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