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«El PP ya no se dirige al señor presidente, vuelve a ser el señor Revilla», observan con ironía en la bancada parlamentaria del PSOE cántabro al constatar el endurecimiento del benevolente discurso que los populares han mantenido respecto al jefe del Ejecutivo en ... los últimos tiempos. Los socialistas quieren ver al PP en su sitio natural, en la oposición a cara de perro, en la 'derechona' junto a Vox, como en las enmiendas a la totalidad que han presentado, juntos pero no revueltos, a los Presupuestos 2021 del Gobierno bipartito.
El PP ha echado el año en curso a rondar a Revilla, desde que a primeros de enero el propio Pablo Casado, en la sesión de investidura, anunció que su partido garantizaría la estabilidad del Gobierno cántabro presidido por el líder regionalista si el PSOE cumpliese su amenaza de ruptura por el voto en contra del diputado Mazón al candidato Pedro Sánchez.
Durante diez meses, el PP ha sido deferente en el trato a Revilla y más crítico con el PSOE, a la espera de acontecimientos en la relación entre los socios del Gobierno. Una oposición templada y constructiva, lo que correspondía en una crisis tan inédita y tan grave como la de la pandemia. En la cúpula del PP creen que la sociedad en general, y en el partido en particular, se ha valorado positivamente la acción política ponderada en tiempos tan convulsos. Pero ni siquiera en el Parlamento, los nueve diputados del PP comparten las mismas opiniones sobre el rumbo del partido.
El caso es que, pasado el tiempo, la cohesión en el Ejecutivo PRC-PSOE se mantiene mal que bien y Revilla parece lejos de romper con Pedro Sánchez, al que ha cumplimentado respetuosamente en su visita de este viernes a Cantabria, al día siguiente de la aprobación de los Presupuestos del Estado que aseguran su continuidad en La Moncloa.
Por otro lado, los Presupuestos de Cantabria 2021 han quebrado las últimas expectativas populares. La presidenta, María José Sáenz de Buruaga, y su gente han creído hasta donde le era posible en que Revilla era sincero en su reiterada oferta de consensuar con el PP las cuentas de un ejercicio decisivo para enfrentar la crisis, pero cuando han intentado mantener un encuentro entre ambos al respecto, el PSOE les ha cortado el paso: nada que negociar sin que el vicepresidente, Pablo Zuloaga, y la consejera de Economía, María Sánchez, la responsable del documento presupuestario, estén presentes y al corriente de las operaciones. O sea, en los mismos términos en que se ha negociado el respaldo de Ciudadanos a las cuentas del próximo ejercicio.
Así que el PP ha tenido que reformular su estrategia. Ha presentado la enmienda a la totalidad a los Presupuestos 2021 que no iba a tramitar si hubiese habido acuerdo con el presidente con el propósito de aumentar la inversión en 300 millones de euros, y ha señalado al 'señor Revilla' como un rehén al servicio de Pedro Sánchez y del PSOE cántabro, que se conforma con las migajas que sobren en el reparto que hagan desde La Moncloa a mayor gloria y beneficio de sus aliados independentistas.
Las críticas populares al Gobierno, a Revilla y al PRC, recuperan un completo repertorio crítico: desde el maltrato a Cantabria en las cuentas del Estado y el voto de Mazón junto e ERC y Bildu, a las cifras del paro, el declive industrial, la descoordinación en la gestión de la pandemia y las carencias sanitarias, el maltrato a la hostelería, los posicionamientos sobre la armonización fiscal o la memoria histórica…
O sea, que se acabó, al menos por el momento, la tregua entre el PP y Revilla, con no poca alegría del PSOE, bastante intranquilo durante estos diez meses por si el acercamiento del PP al presidente regionalista terminase por desalojarles del Gobierno. Ahora los socialistas se complacen, cada vez que tienen ocasión, en subrayar la sintonía de PP y Vox y en ridiculizar el supuesto temor de los dos partidos de la derecha a las 'hordas marxistas y bolivarianas' que se han instalado en el Consejo de Ministros.
La partida no ha terminado, claro. Si Sánchez no procura los frutos que Cantabria espera del Estado y de los fondos de la Unión Europea, volverán las turbulencias al seno del Gobierno regional de coalición y el PP seguramente estará de nuevo dispuesto al rescate del presidente. Mientras tanto, los populares se reubican en la oposición y tendrán que hilar fino para marcar distancias con Vox –como en las votaciones distintas a las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos– con el fin de mantener su hegemonía en el centro-derecha en Cantabria. O sea, más o menos la misma papeleta que Pablo Casado tiene frente a Santiago Abascal.
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