Revilla, entre los criterios técnicos y el liderazgo político
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Arrecian las críticas al presidente en la oposición y en el empresariado, y especialmente en la hostelería por avalar las duras restricciones de la pandemiaLa pandemia eterna no cede terreno en la carrera de resistencia que amenaza con agotar a toda la sociedad. Hasta el Gobierno de Pedro Sánchez reconoce que no se puede prolongar mucho más el estado de alarma que asfixia la economía y destruye la salud ... mental de los ciudadanos. Algo parecido sugiere el presidente de los empresarios cántabros, Enrique Conde, cuando describe el tránsito desde la paciencia y la resignación durante muchos meses hasta el enfado y la contestación que imperan ahora. La protesta en Cantabria se dirige más que nunca hacia el presidente Revilla, que hasta ahora había bandeado bastante bien la crisis amparándose en los criterios técnicos sanitarios que rigen las restricciones. Los sectores productivos más golpeados por la pandemia, como la hostelería, y los partidos de la oposición señalan una evidencia: la responsabilidad mayor y las decisiones trascendentales corresponden al jefe.
El 9 de mayo, apenas unos días después de las elecciones madrileñas, termina el semestre del estado de alarma. El Gobierno Sánchez maneja la opción de no prolongar la situación excepcional y que sean las comunidades las que puedan aplicar las restricciones que la ley les permita en función de la evolución de la pandemia, algo con lo que muchos presidentes regionales no están de acuerdo. En fin, de nuevo el riesgo cierto de que la eventual discordancia de las medidas en los diversos territorios convierta la gestión de la pandemia en un caos.
En Cantabria, entre la preocupación por la alta incidencia de la cuarta ola y por la todavía lenta vacunación, crece el hartazgo ciudadano y la convulsión entre los sectores que más sufren la crisis. La patronal lamenta la falta de diálogo y de apoyo por parte del Gobierno regional. Los hosteleros han perdido todas las batallas legales planteadas hasta el momento para normalizar su actividad en la medida de lo posible, así que han decidido meterle presión al presidente Revilla. El jefe del Ejecutivo no está acostumbrado a que le abucheen a la puerta de casa, como quien dice, en el ambulatorio de El Astillero donde había ido a vacunarse. Un baño de realidad. Ni siquiera el buen cartel de Javier Marcano en el turismo y la hostelería sirve para atenuar la crispación.
Si el Gobierno no aligera las limitaciones, la hostelería se propone mantener la movilización con Revilla en el objetivo y con Isabel Díaz Ayuso como estandarte. Desde luego, la defensa cerrada de la presidenta madrileña al sector ha tenido un gran calado, tanto es así que Gabilondo, el candidato socialista en Madrid, ha afirmado que él también habría facilitado la actividad del sector. Para contrarrestar la ofensiva hostelera, el Gobierno reacciona con la divulgación de los negocios donde se han producido brotes del virus. Más madera en el horno del conflicto.
No es muy fácil medir el riesgo que supone la actividad hostelera en la evolución de la pandemia. Para empezar, un tercio de los cántabros contagiados ni siquiera sabe dónde resultó infectado. Pero es evidente que en los locales homologados hay menos peligro que en los botellones y fiestas particulares que tanto proliferan. El virus está en todas partes, con contagios y confinamientos hasta en la primera línea de la política cántabra: Revilla, Zuloaga, Marcano, Igual...
La oposición ha endurecido la crítica sobre el Gobierno y su presidente. El PP se ha aplicado a la defensa de la hostelería para que se la deje trabajar, con las medidas sanitarias que garanticen la seguridad, y reciba ayudas dignas un sector maltratado que en Cantabria mantiene casi 7.000 negocios y 25.000 empleos.
No siempre ha sido Revilla el centro de las críticas políticas y empresariales durante la pandemia. Al final de la primera oleada, en las puertas del último verano, el presidente se mostró muy proactivo para relanzar la actividad económica y para abrir los límites con el País Vasco, en sintonía con el lehendakari Urkullu y frente a la mayor resistencia del PSOE, responsable de la Consejería de Sanidad con Miguel Rodríguez al frente, que por entonces se llevaba todas las críticas. Sin embargo, en las sucesivas oleadas Revilla prefirió remitirse a las consideraciones de los técnicos a la hora de decidir las restricciones.
Cuando Revilla dice que son los técnicos quienes deciden cuestiones que pueden resultar vitales para la recuperación económica, o cuando admite que no le gustan los molinos de viento en la comarca pasiega, pero que él no puede hacer nada al respecto, emplea una estrategia defensiva que le puede ser útil más o menos tiempo, pero también deja en entredicho el liderazgo político que corresponde al presidente de Cantabria.
En el PRC constatan que la presión política y las protestas se han redirigido en los últimos tiempos contra el jefe Revilla. La esperanza es que lleguen pronto buenas noticias: que el final del estado de alarma permita vislumbrar la contención de la pandemia y suavizar las restricciones, que la vacunación avance, que el calor ayude a someter al virus y que las tensiones se disipen durante un largo y cálido verano lleno de turistas.
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