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Saber, querer y poder son tres condiciones esenciales que deberían cumplir aquellos que ejercen responsabilidades, sea de gobierno o simplemente de gestión. Cuando se dice saber, no me estoy refiriendo a una acumulación de conocimientos más o menos académicos, sino a haber asimilado un ... proceso de aprendizaje, del tipo que fuere, a haberse formado un criterio propio sobre las cosas, a haberse esforzado por entenderlas, a haber desarrollado un espíritu crítico que permita aportar ideas y no meramente repetir las que alguien transmite en un argumentario matinal. Es evidente que en nuestro mundo actual no se puede saber de todo, y en ese caso, el saber nos lleva a escuchar a aquellos que saben del tema que nos preocupa y aprender de ellos. La sabiduría consiste en elegir convenientemente a los sabios y tener capacidad para distinguir quiénes lo son realmente y quiénes solamente dicen serlo. Ya nos lo dijo Cervantes en sus 'Novelas Ejemplares': «Ninguna ciencia, en cuanto a ciencia, engaña; el engaño está en quien no la sabe».
La segunda condición es el querer, y el querer es tener voluntad de servicio, antepuesta a otras consideraciones, también legítimas. Ser conscientes de que en un momento determinado lo que se ha aprendido puede ser útil para la sociedad y se debe arrimar el hombro, involucrarse, asumir responsabilidades, con lo que esto supone. El querer siempre entraña un riesgo y, por supuesto, saber que se estará sometido a la exposición pública. Somos muy dados a convertirnos en sabios opinadores, pontificar y demonizar a todos y a todo, desde la irresponsabilidad de la barra de un bar o incluso, si nos dieran la oportunidad, en las tertulias mediáticas montadas generalmente para el espectáculo. Pero asumir responsabilidades, mojarse, eso ya es otro cantar. Aquel que las asume ya se convierte en sospechoso de ambiciones inconfesables, ansias de poder, de envilecimiento e ineptitud. El desprestigio de nuestra clase gobernante, hay que decir que bien ganado a pulso, no debe generalizarse, siempre hay que concederle la voluntad y posibilidad de acierto en sus decisiones. Hay un amigo sabio que en estas ocasiones suele decir: «Esto no lo entiendo, pero los que han tomado la decisión seguramente tienen datos que nosotros no conocemos». Sin embargo, dar caña y leña al mono es uno de los mayores entretenimientos nacionales. Pero si se pregunta: ¿Usted qué hubiera hecho?, o si tan claro tiene lo que hay que hacer ¿por qué no lo hace?, se obtiene la callada por respuesta o un castizo: «A mí no me pagan por eso». Me merecen mucho respeto esas personas que sabiendo, quieren. «Y haberlas, las hubo y haylas», como diría Álvaro Cunqueiro. Personas que aceptan poner su sabiduría al servicio de la sociedad, de las instituciones o del bien común y no guardar lo que saben para ellos mismos, para su mera satisfacción intelectual o económica.
Por último, el poder. Poder hacer las cosas a las que se ha llegado por convencimiento y reflexión, como se debe. El Gobierno y la gestión tienen cantidad de obstáculos, muchos son pura burocracia, otros debidos a procedimientos excesivamente garantistas y otros los que la malentendida inmediatez política trata de imponer. ¡Cuántas veces la obtención de un rédito político inmediato condiciona o imposibilita la solución a largo plazo que los expertos y los sabios aconsejan!
En estos momentos en que parece que nos hemos convencido de que la ciencia y los científicos tienen la llave para el futuro es cuando hay que exigir a los gobernantes que hagan política de verdad. Las decisiones deben ser tomadas por ellos, una vez asesorados convenientemente en todos los aspectos, no solo en el científico sino también en el social, el económico y el estratégico. Para ello tienen que tener capacidad para entender las propuestas y seleccionar las mejores opciones y esto se resume en las dos condiciones a las que venimos refiriéndonos saber y querer.
La democracia tiene un gran valor: poder elegir a nuestros gobernantes. Por tanto, a nosotros nos corresponde distinguir y reconocer a los que saben y quieren, y después entre todos ayudarles a que puedan.
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