Santander en su bahía
La ciudad debe abrirse al mar. Solo es necesaria una clara decisión política y la colaboración de las administraciones que tienen competencias
Manuel Ángel Castañeda
Domingo, 15 de agosto 2021, 08:55
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Manuel Ángel Castañeda
Domingo, 15 de agosto 2021, 08:55
La ciudad de Santander nació en la bahía, en la doble protección de la gran ensenada que abriga de los vientos del norte y en el segundo remanso que fue la ría de Becedo, ahora convertida en la calle Calvo Sotelo. La ciudad no se ... entiende sin el puerto, una cala segura en el mar Cantábrico. Con el crecimiento urbano y el comercio con América surgieron los muelles que ahora conforman el paseo de Pereda.
Con el paso del tiempo, el desarrollo del puerto y de la propia ciudad, se formó una barrera entre el casco urbano y las machinas. Aun en la segunda mitad del siglo pasado los trenes de mercancías utilizaban las vías que discurrían desde la estación hasta el malecón de Puertochico y cortaban la circulación, a modo de muro infranqueable, en el centro. El uso de los muelles para la carga y descarga alejó a los santanderinos del borde de la bahía.
Desde hace unos años, especialmente con la construcción del Centro Botín, se ha recuperado, en buena parte, ese marco incomparable que es la lámina de agua que forma la bahía. El paseo marítimo se extiende desde Puertochico hasta el oeste de la ciudad y avanzan dos proyectos que mejorarán el acceso peatonal a los viejos muelles.
El derribo de los tinglados portuarios de la calle Antonio López eliminará ese muro que se interpone entre la ciudad y el puerto. A ello se debe unir el traslado de la estación marítima, en la que opera el Ferry, hacia el barrio pesquero, lo que abrirá completamente esa zona a los peatones.
En el otro extremo, los avances han sido evidentes: la recuperación para los ciudadanos del dique de Gamazo y la caseta de bombas, la construcción de la duna de Zahera y la posterior liberación y transformación del dique del antiguo astillero de Corcho, la habilitación de la ensenada creada en el mundial de vela…
En esa parte del frente marítimo la rehabilitación de las naves industriales de Gamazo y la ubicación en ellas de la colección de arte Enaire, conecta con plena armonía ese paseo con Castelar. El Gobierno de Cantabria anuncia su proyecto de transformar el aparcamiento anexo al Palacio de Festivales en un jardín con una lámina de agua lo que, sin duda, mejorará la calidad de ese entorno urbano.
Estas mejoras, que suponen una metamorfosis del frente marítimo, evidencian que resta impulsar los cambios del resto del paseo de San Martín hasta la playa de los Peligros. En su día desaparecieron los astilleros de ribera y en ese espacio se ubicaron la escuela náutico/pesquera, el Museo Marítimo y el Instituto Oceanográfico, con lo que se ha rescatado uno de los lugares más hermosos de la ciudad. Una parte urbana que durante décadas estuvo abandonada, apenas transitable y que se une al lugar conocido popularmente como 'La Fenómeno', nombre con el que los más viejos del lugar aún identifican ese tramo de la orilla de la bahía.
Es en esta zona en la que resulta evidente que se precisan nuevas actuaciones. En el tramo final del paseo, donde se conecta con la playa de Los Peligros, subsisten los barracones de la federación de tiro. La imagen que ofrecen resulta deplorable, con una estampa tercermundista y una estética disonante del resto de lo que es una parte esencial de la ciudad.
Hace años, el tiempo vuela, se planeó trasladar ese campo de tiro a la zona de la costa norte, en el barrio de Monte. Se llegó a construir un edificio, pero finalmente todo quedó (como por desgracia es frecuente en Cantabria) en una inversión inútil. Los barracones de la Federación de Tiro son una pieza esencial en la democratización de ese tramo del gran paseo marítimo santanderino. Es necesario y urgente demoler ese complejo de estética chabolista y ganar el espacio para mejorar la apertura de la ciudad a su bahía. En su momento hubo argumentos de seguridad para trasladar ese campo de tiro a otra zona alejada de la ciudad, ya que la práctica con armas de fuego no deja de ser una actividad de riesgo.
Santander es su bahía y se necesita abrir, al máximo posible, la urbe al mar. Otras ciudades lo han llevado a cabo con inversiones millonarias. En Santander es mucho más fácil: basta con una clara decisión política y (lo más complicado) la colaboración de las distintas administraciones que tienen competencia sobre esa franja de tierra que linda con la mar, para que Santander se asome libremente a su bahía.
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