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Hace escasas semanas el Sr. Revilla se fue de bolos por diversos programas televisivos con su esposa para hacer público el cáncer de colon que padecía ésta. En alguno de aquellos programas, la Sra. Aurora Díaz reconoció que había dejado pasar la oportunidad de hacerse ... un cribado de detección para este tipo de cáncer hasta en dos ocasiones y conminaba a todos a no cometer su mismo error. Lo que el Sr. Revilla no dijo en aquellas entrevistas es que el programa de cribado del cáncer colorrectal en Cantabria lleva paralizado desde el covid por la mala gestión del gobierno que preside.
El cáncer colorrectal es la principal causa de muerte por cáncer en nuestro país pero tenemos la bendición de que hay un programa de cribado eficaz para su detección precoz.
Bendición porque por desgracia en otros tumores aún no hemos sido capaces de encontrar marcadores que nos permitan esa detección temprana.
La base de una buena medicina, pero fundamentalmente de un buen sistema sanitario público, se sustenta en dos pilares: la promoción de la salud, divulgando e informando de los hábitos de vida saludables y la prevención de la enfermedad. Eso es realmente lo que aumenta la esperanza y la calidad de vida de una población. Los Da Vincis están muy bien pero es mejor no tener que llegar a usarlos o hacerlo lo menos posible.
Según recoge el último informe publicado sobre el cribado de cáncer colorrectal en Cantabria, del año 2019, en ese año se diagnosticaron gracias al programa 57 personas con carcinoma invasivo, la mayoría en estadíos iniciales, y 747 con lesiones premalignas.
Desde entonces el programa está parado, salvo un breve intento de reactivación en el primer trimestre del 2021, sin que desde el Sindicato Médico hayamos sido capaces de averiguar el porqué.
Obviamente en el 2020 el covid obligó a parar, pero un programa tan esencial debería haberse puesto en marcha de forma prioritaria tan pronto como fuera posible.
Se habla de un problema de licitación (otro más) con los test de recogida pero eso en modo alguno puede justificar tres años de parón.
La realidad es que la inmensa mayoría de los cántabros que han cumplido 51 años en los últimos tres años no han recibido su kit. Huelga decir que, tomando como referencia las cifras del 2019, es lógico pensar que serán semejantes en los años 2020, 21 y 22, lo que supone que habremos dejado de detectar más de ciento cincuenta cánceres y más de dos mil lesiones precancerosas y que, obviamente, un porcentaje importante de esos cánceres habrán evolucionado a estadíos no curables o al menos de resultado incierto, cercenando la esperanza de vida de los ciudadanos que lo sufren. Y también que un porcentaje de esos dos mil pacientes con lesiones precancerosas que se podrían haber extirpado fácilmente con una colonoscopia, habrán evolucionado a un cáncer completo que requerirá tratamientos quirúrgicos y de quimioterapia agresivos, con el coste humano y económico que supone.
En definitiva, estamos hablando de que esta nueva negligencia del Gobierno de Cantabria nos está costando muertos. Está costando la vida de cántabros sin que a nadie dentro del mismo parezca importarle.
El día que este periódico destapaba la noticia, el consejero de Sanidad y el vicepresidente estaban en Alemania visitando la empresa constructora del aparato de protonterapia.
Según la Agencia Española de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, la protonterapia solo ha demostrado su utilidad en un reducido número de tumores, fundamentalmente infantiles. Cantabria al ser una comunidad pequeña y con nacimientos a la baja, ni siquiera tiene unidad de oncología pediátrica porque no tiene volumen suficiente de casos y los deriva a otros hospitales. Tampoco parece que el futuro del tratamiento del cáncer vaya por este tipo de terapia, por mucho que nos empeñemos aquí en buscarle nuevos usos en donde su eficacia aún no ha sido demostrada.
Sin embargo nos hemos puesto a gastar cincuenta millones de euros, más los que habrá que soltar todos los años para mantenimiento, en una absurda competición para tenerlo funcionando antes que otras autonomías limítrofes a las que la fundación Amancio Ortega se lo va regalar y fiando su aprovechamiento a supuestos e hipotéticos futuros convenios con otras comunidades para que envíen aquí a sus pacientes porque repito, aquí no hay población suficiente, en vez de hacer lo contrario, establecer colaboraciones con quienes no necesitarán hacer un desembolso tan oneroso, para poder enviar allí a nuestros pacientes y a cambio dar nosotros otros servicios.
Pero claro, para Revilla y Zuloaga no es lo mismo aparecer en una foto con un aparato que parece sacado de la NASA que con un humilde bote de plástico lleno de caca, por mucho que este último salve más vidas de las que jamás conseguirá el protón.
Una publicidad así bien vale cincuenta millones de euros, sobre todo si no la tienen que pagar ellos.
Los ciudadanos tenemos la obligación de exigir a nuestros dirigentes conocimiento y capacidad de gestión.
Mientras este gobierno siga pensando con el colon, usted, querido ciudadano o ciudadana que acaba de estrenar la cincuentena, hágalo con cabeza y, pensando en su colon, exija que por su cumpleaños le regalen vida en forma de test.
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