El secreto de Isabel

Una dieta equilibrada, un poco de ejercicio físico diario y pocos excesos. Vida sana, que lo llaman. ¿A que lo han escuchado muchas veces? Otra cosa es que luego lo hagamos al revés, que se nos suele dar muy bien. Tanto si es usted obediente ... como si es un tanto díscolo con las recomendaciones que nos hacen, anoten una fórmula de vital importancia que hemos conocido hace unos días. Apúntenla si quieren alargar unos cuantos años su presencia en el reino de los mortales. Allá va: «El secreto está en no reñir». No lo digo yo, lo dice Isabel. Y miren si le ha ido bien, que esta vecina de Cueto acaba de cumplir 101 años con una vitalidad que ya quisieran algunos con algunas décadas menos. Y usted matándose ahí con las caminatas por las rutas del colesterol y las ensaladas. Siga, siga haciéndolo, no se vaya a relajar ahora que le ha dado por cuidarse, pero tenga en cuenta que si no hace caso a Isabel, que es aquí la que sabe de verdad lo que hay que hacer para llegar y superar el siglo de vida, lo va a tener complicado si no sigue su recomendación. Así que ya sabe, huya de las discusiones. Haga como la primera ministra de Reino Unido, que cuando se enteró del secreto de Isabel no se lo pensó dos veces y dimitió después de cuarenta y cuatro días al frente del Gobierno. Que llevaba mes y pico discutiendo todos los días y ya lo estaba pasando mal la mujer. Lo extraño es que por aquí, mucho más cerca de Cueto que del número 10 de Downing Street, nadie siga los pasos de Liz Truss cuando llevan años, algunos décadas, discutiendo por asuntos recurrentes. Y no digo nada, pero quedan exactamente 215 días para volver a las urnas y no tiene pinta que, de aquí a esa cita, nuestros discutidores de cabecera, los que salen en todas las quinielas electorales, vayan a seguir la recomendación de Isabel. Luego no sirve lamentarse.