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Hay un camino a la derecha o, por mejor decir, a la extrema derecha: la senda de Vox. La misma senda que ha seguido la extrema derecha en Francia, Italia y Alemania, por citar los tres países fundadores de la Unión Europea. ... La situación actual de estos países incluida España, sobre todo tras la acumulación de la crisis financiera de 2010 con la crisis pandémica de 2020, es el caldo de cultivo ideal para el florecimiento de estas formaciones. Sus líderes, muy conscientes de ello, han diseñado una estrategia que se adecúa a tales circunstancias como una manopla.
En el discurso de Vox hay obsesiones permanentes, la patria, el separatismo, los inmigrantes, LGBT, feminismo, seguridad personal... Y tácticas recurrentes, polarización, teorías conspirativas, victimismo. ataques a los medios de comunicación... Pero los aspectos fundamentales de su estrategia son siempre coyunturales, elegidos en función de aquello que más conmociona a los sectores populares de la población en cada momento, con el fin de ganar sus votos aunque no comulguen con sus preocupaciones permanentes. Estrategia y obsesiones no tienen puntos coincidentes. La primera es el vehículo para conquistar el poder que, una vez conquistado, le servirá para implantar medidas que respondan a los verdaderos objetivos de su formación. De estos no se habla en campaña, pero es su principal preocupación una vez ocupada la parcela de poder recién conquistada, por pequeña que sea.
Tras las dos crisis sufridas en los últimos diez años, los sectores de la población más afectados han sido los pequeños negocios, los autónomos, los trabajadores con empleos precarios. Todo lo cual está teniendo consecuencias políticas evidentes, que Vox capitaliza: el malestar y resentimiento por el daño que están sufriendo; la dificultad tanto del PSOE en el gobierno, como del PP en la oposición, para aplicar o proponer una solución tangible. Una dificultad que a corto plazo se antoja imposible de remontar. Tanto los subsidios del PSOE, como las promesas de reducción de impuestos del PP, son percibidos como pan para hoy y hambre para mañana en el primer caso y fomento de la desigualdad en el segundo. Lo que la gente ansía son ingresos fijos por su trabajo y una actividad laboral indefinida. No es que Vox tenga la varita mágica para solucionarlo pero mientras sea un partido minoritario, y ésa va a ser su situación por bastante tiempo, puede prometerlo a sabiendas de que no va a tener que cumplirlo.
La otra área de explotación política es la España vaciada. Territorios depauperados sin que sus habitantes vean otra luz en el túnel que la del tren que pudiera sacarlos de allí. Lo que claramente resulta útil para Vox es, como en el caso anterior, explotar la desesperanza y el declive, que pueden capitalizar políticamente mediante su traducción a malestar público e ira, contra los dirigentes que canalizan toda la atención y los recursos al desarrollo urbano. Cómo podría Vox transformar la esperanza que genera en una realidad es algo que, como digo más arriba, puede esperar.
Lo que realmente ocupa a Vox en estos momentos, no es lo que más preocupa a vecinos y pymes, es aprovechar la oportunidad de que existe un camino a la derecha... ¡de la derecha!. Un camino que, contrariamente a lo ocurrido en Francia, Italia y Alemania, había estado integrado en el partido institucional de la derecha. El PP reaccionó sacando la bandera de España que había guardado en el armario tras el ominoso fin de fiesta de Aznar, pero ya era tarde. Abascal aprovechó la coyuntura para avanzar a Vox, algo que no empezó a rendir los frutos esperados hasta la defenestración de Rajoy. A partir de ahí la explotación del patriotismo/nacionalismo español tuvo un adalid más genuino y desacomplejado que los dirigentes del PP; por otra parte hundidos en el lodo de la corrupción sistémica de su partido.
El PP había mirado para otro lado tras la aparición de un populismo de izquierdas que atacaba a la línea de flotación de su eterno competidor. Pero Podemos era el enemigo perfecto de Vox: amenaza al orden establecido, social (iglesia, familia, costumbres, papel de la mujer, desmadre de LGBT) y político (régimen del 78, el rey, el poder judicial, unidad de España). De carambola, Podemos era también el trasero donde darle todas las patadas del mundo al PSOE. Ha habido que esperar a Ayuso para que en la comunidad de Madrid el PP haya asumido la responsabilidad de liderar el enfrentamiento radical con la izquierda. Con eso y con todo, Vox ha ganado un escaño en Madrid, ha resistido el envite del PP y se prepara para un nuevo asalto dentro de dos años. Lo suyo es el largo plazo, los resultados que obtuvieron en las recientes elecciones catalanas les permite pensar que no transitan por la senda equivocada.
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