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La política es comunicación, cada vez más. En el caso del ser humano, la comunicación es algo esencial porque vivimos y nos humanizamos en comunidad, no en vano 'comunicación' y 'comunidad' comparten el mismo origen.
La comunicación humana es –por ser precisamente humana– enormemente compleja ... y sutil, ya que no solo se trata de expresar en palabras lo que queremos decir. Desde hace años la Pragmática estudia el lenguaje en su relación con los hablantes y el escenario donde se produce la comunicación. Y se fija especialmente no tanto en el significado de las frases como en los efectos, las reacciones, los sentimientos, las actitudes, incluso los comportamientos que generan en los oyentes. Por esto el tono, el entorno y especialmente la comunicación no verbal es clave. Clave en nuestra vida cotidiana y clave en la vida pública de los políticos.
Porque ¿qué es lo que sabemos de verdad de los políticos? La mayoría de nosotros nos basamos en lo que vemos por la televisión, leemos en los periódicos o nos encontramos en internet y las redes sociales. Escuchamos, más o menos, lo que nos dicen pero también registramos las sensaciones (p.ej. agradables o desagradables), las actitudes (p.ej. tolerancia o intolerancia) los sentimientos (p.ej. de confianza o desconfianza) que impregnan sus discursos y sus apariciones. Y estos registros nos contagian y conforman nuestra actitud de aceptación o rechazo hacia ellos, más allá y más acá de sus dudosas palabras y de sus supuestas ideas, incluso de las nuestras. Porque sabemos que las actitudes determinan, positiva o negativamente, las percepciones, los juicios y las expectativas que tenemos finalmente de ellos.
Todo esto es lo que hay detrás –sin que la Pragmática tenga que enseñárnoslo– de la frase «una imagen (o una sonrisa) vale más que mil palabras».
Y si la sonrisa de un homo sapiens cualquiera vale más que mil palabras, la de Yolanda Díaz vale muchas más que mil. Y no solo su sonrisa, porque toda ella es comunicación, expresión no verbal, 'kinesia', movimiento facial de arriba a abajo: melena rabiosamente 'arrubiada', ojos pequeños de mirada rasgada, nariz empoderada y una sonrisa permanente, espléndida, generosa. Esa sonrisa con la que atiende a los medios, escucha sus preguntas y las responde –o no– pero con la que siempre se despide agradecidamente. Una sonrisa que técnicamente transmite alegría, optimismo, empatía. Una sonrisa y una dulzura que ya quisiera yo para mí y que ha contribuido, sin duda, a que sea actualmente la política mejor valorada entre todos los líderes políticos españoles y la que menos rechazo suscita. Y no creo que sea por sus ideas que, al día de hoy, no sabemos muy bien cuáles son.
Expresión facial pero también comunicación corporal, que siempre van unidas. Su andar ligero que nos hace creer que siempre tiene prisa, que siempre está muy ocupada. Y su forma de saludar, porque a Yolanda le gusta tocar, abrazar: agarra suave y cariñosamente el brazo, la cintura, el hombro o, por supuesto, la mano del saludado como si fuera un encuentro inesperado que le produce alegría y le suscita afecto. Coger de la mano, «tu mano, tu mano, eternamente tu mano», como ya cantó Pablo Milanés en su legendaria canción 'Yolanda'.
Además Yolanda Díaz es muy 'semiótica' (sistema de signos). En su vestir con colores vivos, contrastes alegres, limpios, modernos, a veces elegantes. Estereotipo poco estereotipado que valdría para casi todo el espectro político, menos para ser ministra de Podemos. Quizás por esto ha ensombrecido a Irene e Ione, que nunca sonríen y que se oscurecen ellas solas cuando puritanamente se visten de ministras. Y es que cada partido tiene una forma de vestir. El vestir de Vox se inspira en la montería. Los del PP intentan modernizarse con americanas 'desenfadadas' de marcas españolas cool. La vestimenta del PSOE es más indefinida, más convencional, más 'mainstream', un poco en línea con sus ideas. La gente de Podemos usa marcas menos conocidas o marcas sin marca que es otra forma de marca. Aunque si nos fijamos en su líder (¿Pablo Iglesias?) su marca emblemática sería esa cuyo logotipo luce cuando sale en la tele incluso en los debates. Una marca que, por lo visto, se posiciona como republicana de izquierdas. ¡Toma marca!
En cualquier caso, Yolanda no viste como una comunista que es de donde procede. Tampoco utiliza las palabras de la izquierda más radical y beligerante. Su proyecto 'Sumar' ha sido calificado de 'izquierda agradable', lo que habrá irritado a más de uno y de una. 'Izquierda agradable', otra vez pura estética emocional.
En conclusión, semióticamente hablando Yolanda podría estar en cualquier partido o agrupación, menos en la que está. Esta es la razón de Sumar. Yo no buscaría nada más profundo, aunque sí observaría sigilosamente a quién está haciendo ojitos, con su espléndida sonrisa, cuando mira a su derecha, porque solo él podría cantarle el final de la canción: «Yolanda, Yolanda, eternamente Yolanda».
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