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Hasta ahora parecía que el problema inflacionario sería temporal, pero poco a poco se cambia la narrativa en torno a una reestructuración o nueva etapa dado que es generalizado el comentario sobre qué caro está todo (alimentación, combustibles, etc.). Algunos, incluso, ven cierta vuelta a ... lo sucedido en los años setenta (escasez de oferta y crisis energética), si bien los que vivimos esa época, más allá de ciertos paralelismos, no vemos que sea lo mismo, pues ahora se dan otros fenómenos (desglobalización, proteccionismo o nueva regionalización de cadenas de suministro). Que todo sube en la cesta de la compra -el IPC acaba de crecer al 5,5%, especialmente debido al encarecimiento de electricidad, gasolina o gas por nuestra fuerte dependencia energética- es conocido. Ello hace difícil llegar a fin de mes (los precios de disparan al mayor nivel interanual desde 1992) y hace incierta la recuperación, si bien la escalada inflacionaria se debe a que la demanda se ha recuperado muy deprisa y supera a una oferta afectada por rupturas en cadenas de suministros, por escasez de insumos y materias primas, etc. La cuestión es... ¿Y? Pues como el volcán de La Palma, que sigue vertiendo coladas de lava, mucho me temo que la inflación seguirá subiendo a corto plazo y aún releyendo a los economistas clásicos, desde Adam Smith que ya se preocupaba de esto hace 245 años, la cuestión sigue siendo la misma: no es tanto si debemos controlar este obstáculo económico (subida del IPC) para muchas familias y empresas sino cómo hay que hacerlo.
Y es que si esto empeora no significa que irá igual de mal para todos, puesto que lamentablemente afectaría más a aquellos en posiciones endeudadas y vulnerables. Por ello, la inflación es considerada por muchos economistas como un «impuesto a los pobres», al tener mayor impacto en los salarios de los trabajadores más precarios, además de lastrar el ahorro y la inversión. La «caja de herramientas» está ahí -crear marcos fiscales favorables a familias y empresas, consolidar la transición energética y bonos sociales, intervenir mercados si se producen tensiones inflacionistas inaceptables, etc- para solventar esta coyuntura, que puede ser movida en lo económico pues no todo depende de nosotros. Mejor pasemos de ser reactivos a proactivos. Adelantémonos a la tormenta perfecta de «efectos de segunda derivada o ronda» (subidas de salarios sólo para algunos, y que se cronifiquen y generen más subidas de precios y nuevas tensiones inflacionistas, dado que la escasez de ciertos 'inputs' o 'cuellos de botella' puede ser por cambios estructurales de la demanda y por la forma de consumir ahora) e imaginemos el futuro como decía John Lennon.
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