De suyo a suyo
Juan Luis Fernández
Lunes, 24 de febrero 2020, 07:33
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Juan Luis Fernández
Lunes, 24 de febrero 2020, 07:33
El hecho diferencial cántabro no es ni la lengua ni las guerras con Augusto (que el hombre, al fin y al cabo, nos traía la civilización grecorromana, buen negocio); ni el mapa de Juan de la Cosa, ni la tournée de Juan de Santander con ... Elcano; ni los inventos de Torres Quevedo ni las invenciones de Quevedo. Nada de esto. Nuestro hecho diferencial, compartido con solo un puñado de regiones, es que las herencias en Cantabria, cuando se producen entre familiares directos (cónyuges, padres e hijos), pagan un impuesto reducido. Así se respetan vidas enteras de sacrificado ahorro familiar, o de arriesgado acierto en pequeñas inversiones, y se pueden transmitir dentro del matrimonio a la parte que se queda en este mundo, o a los hijos cuyo porvenir fue motivo de tanto ahorro, precisamente, porvenir que a menudo se prolonga ya a nietos.
En sociedades de clase trabajadora y media como la de Cantabria, este mecanismo de transmisión en la unidad familiar es un elemento muy sano de continuidad, de cohesión y de motivación. No parece que sea el punto idóneo donde la Administración deba ejercer una gran presión fiscal, pues nosotros no somos una comunidad latifundista. Sin embargo, así sucede en otras regiones, donde las familias son esquilmadas con el argumento de la justicia social, es decir, de que los ahorradores son expoliados para ganar los votos de los que no han querido/podido (a determinar según los casos) ahorrar.
Ciertamente, quien hereda gran fortuna puede y debe contribuir más al erario, lo mismo que quien ha sido azotado por el infortunio merece ayuda. Pero lo que se oculta bajo este principio vago y, por vago, demagógico es la expropiación forzosa de las familias medias, a las que se quieren imponer unos tipos abusivos, de manera que todo el festival de ministerios, altos cargos y canonjías tenga los garbanzos garantizados.
Tenemos bien cercano el caso de Asturias, donde nunca falta un titular de primera página hablando de todos los que renuncian a las herencias por no poder afrontar el impuesto, o se medio arruinan por aceptarlas. ¿Deben las familias hacer, en vez de un fondo de pensiones, un 'seguro contra impuestos' para poder 'rescatar' la herencia futura de las garras de la administración insaciable? ¿No será económicamente más racional fundirlo todo según llega y luego acudir al socorro oficial en caso de necesidad? ¿Por qué tiene una familia que ahorrar durante una vida para el Gobierno, si el Gobierno velará por los que han hecho justo lo contrario? ¡Aproveche para conocer Tahití cuando aún hay salud, que solo se vive una vez!
Anóteselo. Si nadie lo impide, y bajo el código clave de 'armonización', el Club de Gastadores de los Martes vendrá muy pronto a por lo suyo de usted, que consideran como suyo de ellos. ¿A quién se le ocurre ser ordenado, prudente, ahorrador y adquirir una pequeña comodidad? Eso es un pecado para cierta filosofía cuyo catecismo dice que todo euro público es santo (sobre todo si lo puede manejar ella o hacer que ruede hacia su bolsillo) y todo euro privado, pecaminoso. ¿Y en qué se gasta lo recaudado? Por ejemplo, en indemnizar a Repsol por la anulación judicial del concurso eólico en nuestra región, que se hizo mal: 471.000 euros. Así pagarán las viudas los valses vieneses de políticos y funcionarios, mientras se suceden informes como el del Tribunal de Cuentas sobre los fondos mineros asturianos: 1.800 millones de euros dilapidados sin ningún control.
Así pues, 'carpe diem' y, llegado el momento, ponga usted cara de cordero degollado y reclame un pellizco del patrimonio de los demás. Será asistido por todos los derechos y trabajarán para usted ejércitos de inspectores, ministerios enteros y a menudo la Justicia (que como usted sabe lleva venda en los ojos, pero no tapones en los oídos ni pinza en la nariz). Un planazo.
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