Teletrabajo y productividad
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Lo mejor que podemos hacer es tratar de sacar el mayor provecho, profesional y personal, y regularlo adecuadamenteSe ha repetido tantas veces la famosa sentencia de Krugman de que «a largo plazo la productividad no es todo, pero es casi todo» que, estoy convencido, la mayoría de los lectores la conocen de memoria. En los últimos años, sin embargo, por mor de ... las crisis (la Gran Recesión y la vinculada a el covid-19) y por el llamado «estancamiento secular», lo cierto es que las ganancias de productividad, globalmente consideradas, han brillado por su ausencia en la mayor parte del mundo; España es, sin lugar a dudas, un buen ejemplo.
En la actualidad, hay quienes piensan que los cambios en la forma de trabajar que está imponiendo la pandemia, y muy especialmente con el gran desarrollo del teletrabajo, podrían actuar como revulsivos para la productividad y, por ende, para el crecimiento económico. Vamos, que, como sostiene el refrán, no hay mal que por bien no venga.
Según se nos recuerda en uno de los últimos informes mensuales de CaixaBank Research, hace unos años se publicó un interesante artículo que aborda, precisamente, las relaciones entre teletrabajo y productividad. En el mismo, en el que se examina el comportamiento de una gran empresa de servicios turísticos durante nueve meses, se llega a la conclusión de que el teletrabajo aumenta el rendimiento de los trabajadores, su productividad, un 13%; es más, en el supuesto de que el teletrabajo fuera voluntario en lugar de impuesto, y el trabajador dispusiera de las condiciones ideales para desarrollarlo, el rendimiento aumentaría hasta el 22%. Ambas cifras, desde luego, son espectaculares y, de ser realidad y mantenerse en términos similares en muchas empresas y actividades de servicios, serían equivalentes al descubrimiento de la piedra filosofal en el mundo de los negocios.
¿Podría ser cierto algo tan maravilloso? La verdad es que no se sabe, puesto que, aunque hay elementos que avalan un resultado tan positivo, hay otros que lo ponen en duda. Entre los primeros, los autores del artículo citado se refieren, sobre todo, a tres: por un lado, al menor número de distracciones y de pausas en el trabajo (que aumenta la eficiencia); por otro, a la menor tasa de rotación del empleo (que reduce los costes de selección y formación de nuevos empleados); y, por otro, a la disminución de los costes de mantenimiento de oficinas (que compensa sobradamente la inversión en equipos, y otros gastos, a realizar por la empresa en los hogares de los trabajadores).
Entre los elementos perjudiciales para el aumento de la productividad, hay al menos dos dignos de consideración. Uno de ellos es que el teletrabajo conlleva, o puede conllevar, situaciones de aislamiento profesional y personal que en nada favorecen las ganancias de productividad; profesionalmente, porque la innovación y la creatividad se desarrollan mejor en contextos de colaboración estrecha y presencial con los compañeros de trabajo; y, personalmente, porque el aislamiento tiende a magnificar los problemas en nuestra cabeza y a dificultar la concentración en el trabajo. El otro se refiere al hecho de que el teletrabajo puede acarrear un cierto estigma para el trabajador si, como se piensa y/o sucede, el mismo implica una relegación en el desarrollo de su carrera profesional; se trata del síndrome de la 'silla caliente', según el cual parece que estás más implicado con tú empresa si, físicamente, pasas mucho tiempo en sus dependencias.
Todavía es pronto, creo yo, para emitir un veredicto sobre el verdadero impacto del teletrabajo sobre la productividad, aunque, con el paso del tiempo, es posible que los elementos positivos antes mencionados pesen más que los negativos; sobre todo porque es probable que lo del 'estigma' se vaya diluyendo (habrá cambios en la cultura empresarial en esa dirección) y porque lo de trabajar en equipo para favorecer la creatividad y la innovación podrá hacerse, cada vez mejor, de forma remota.
Sea como fuere, parece que no existe ninguna duda de que el teletrabajo ha venido para quedarse. Si, como escribió Marco Aurelio en sus Meditaciones, «Lo que impide la acción anticipa la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino», lo mejor que podemos hacer es tratar de sacar el mayor provecho posible, profesional y personalmente (conciliando mejor la vida laboral, familiar y social), del teletrabajo. Sólo de esta forma, y regulándolo adecuadamente, atendiendo a las necesidades de los trabajadores y la empresa, será posible aumentar la productividad, crecer más y mejorar nuestro nivel de vida.
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