Secciones
Servicios
Destacamos
El 28 de enero de 1909, Armand Zipfel, un francés de Lyon, protagonizó (con resultado discutible) la primera exhibición aérea en Templehof, futuro aeródromo de Berlín, ocho meses antes de que lo hiciera uno de los hermanos Wright. En 2008, Templehof dejó de ... funcionar y desde mayo de 2010 es un gran parque urbano abierto al público para pasear, tan solo cerrado en horario nocturno. La importancia del relato, en todo caso, está fijada en el mantenimiento del patrimonio histórico del conjunto construido de un aeropuerto (declarado monumento en 1995) y sus pistas, que diez años después de perder el uso para el que fue proyectado y construido, forma parte del presente activo de una ciudad como Berlín, pendiente aún de la toma de decisión sobre su futuro próximo.
El patrimonio cultural, ya sea a través de lo que suele ser más palpable, como son las edificaciones, la arquitectura, pero también por medio de otros elementos que a veces pueden ser más difíciles de identificar como tal patrimonio, como puede ser, por ejemplo, el caso de las boleras o del arbolado (por no hablar del paisaje, que será objeto de un capítulo aparte), representa el enraizamiento más potente de una sociedad con su propio entorno y con los valores históricos que probablemente mejor la definan.
La categorización de un bien inmueble como patrimonio cultural declarado legalmente es una decisión voluntaria, argumentada y, generalmente, avalada por una carga histórica, artística o cultural de cualquier tipo (autor, estilo, valor como objeto arquitectónico en sí mismo), que hace que, aunque es muy probable que no estén declarados todos los bienes que deberían estarlo, sí que los que lo están son incuestionables en su declaración. Y no se trata tan solo de los conocidos como BIC, sino que, por ejemplo, los catorce edificios santanderinos incluidos en los listados del DO.CO.MO.MO (DOcumentación y COnservación de la Arquitectura y el Urbanismo del MOvimiento MOderno) Ibérico también formarían parte de ese patrimonio cultural y, por supuesto, todos aquellos edificios o construcciones que, quizá con menor valor arquitectónico pero nunca con menor peso en el sentir popular, forman parte de la esencia de un barrio o de un entorno concreto.
Santander cuenta no solo con diecisiete declaraciones de BIC dentro del municipio (dos de ellas para sendos conjuntos histórico-artísticos), sino que tiene esos catorce edificios del DO.CO.MO.MO y un repertorio muy notable de bienes no catalogados de los que nadie dudaría en cuanto a su valor patrimonial como referente histórico digno de ser protegido por alguna figura legal. Entre ellos estarían los siguientes: la trama del ensanche de Santander (casi cien años anterior al de Cerdá en Barcelona, aunque más modesto en sus dimensiones), el patrimonio industrial y portuario (el que queda, como los depósitos de locomotoras y la rotonda ferroviaria de Cajo, la dársena de Molnedo, los faros, los cantiles mejor conservados, las rampas, la Grúa de Piedra, y algunos más, aunque muchos están ya perdidos), muchas edificios de la arquitectura del siglo XX (por poner tan solo un ejemplo, el edificio de Depósitos de Tabacalera en el encuentro entre las calles Antonio López y Marqués de la Hermida), el trazado del hipódromo de Bellavista (para su recuperación ambiental y como zona de paseo, ejercicio y salud para la ciudad), el lavadero de Fumoril (Cueto), la rampa Sotileza, la rosaleda de la finca de Mataleñas (con actuación|influencia directa del paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier)...
El elenco es muy amplio: desde la trama del ensanche hasta una rosaleda de un jardín. Patrimonio histórico y cultural lo constituyen elementos tangibles e intangibles que, en cualquiera de los casos, definen tanto el valor de un lugar como la adscripción sentimental y el sentido de pertenencia de sus habitantes y, por ello, configuran y refuerzan la identificación de la ciudadanía con su ciudad o de los vecinos con su barrio o vecindario. El patrimonio, como el paisaje (también patrimonio), modelan el 'genius loci', ese genio|espíritu de un lugar que sirve para entenderlo y que, desde su insustituible y reposado conocimiento y valoración, luego permitirá abordar la toma de decisiones sobre los espacios afectados por él. Paseemos por nuestro patrimonio, como en Templehof, antes de actuar sin pensar...
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.