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Apenas da tiempo a seguir el vertiginoso ritmo de descubrimiento de tantas verdades filosóficas, económicas, psicológicas, políticas... Antes de que la organización criminal KAOS, cuyo vicepresidente de Relaciones Públicas y Terror, Conrad von Siegfried, atribulaba al Superagente 86, Maxwell Smart, nos lleve al desorden intelectual, ... tratemos de enunciar una serie de teoremas.
1. Las pensiones pueden subir indefinidamente muy por encima de los salarios que las alimentan. A usted le puede parecer contraintuitivo, pero es por no haber reparado en que no serán solamente los sueldos quienes paguen las pensiones. Esos otros recursos adicionales vendrán de más deuda y más impuestos diversos, o bien de renunciar a otros gastos, como la investigación y ciencia, las infraestructuras... o de todo revuelto. Las pensiones no son insostenibles: solamente son insostenibles por los salarios. España ya tiene un modelo de sostenibilidad de las pensiones: una parte con cotizaciones y otra parte con un rastrillo de croupier. Cuando hay que poner encima de la mesa el equivalente a diez presupuestos de Cantabria para cuadrar las cuentas, ni Euler dudaría de este teorema.
2. El grado de cumplimiento de una promesa es directamente proporcional a su grado de irrealización. No se me rasgue las vestiduras, y menos si no son de materiales eco. Mire usted todo lo que ya tenemos 'conseguido' en el metaverso de nuestra política regional y se imbuirá de esta verdad. Una promesa cumplida deja de ser promesa y suscita la angustia sobre qué prometer a continuación. Es mucho mejor mantenerla como promesa en permanente cumplimiento, como la liebre de Zenón de Elea, que solo podía alcanzar a la tortuga superando primero la mitad del trayecto, y antes la mitad de la mitad, etcétera, de modo que la tortuga no era jamás alcanzada. Zenón como físico no valdría un pimiento, pero como político era genial. La ejecución mata la promesa, y esta huye del 'promesicidio'.
3. La ganadería de montaña es un negocio que consiste en que los animales salvajes devoran a los domésticos y los contribuyentes pagamos a sus dueños una parte del valor masticado. Este nuevo modo de producción, que Marx desconoció, ha llegado para quedarse. Hay unas gentes que producen comida para lobos, osos y buitres, y la hacienda pública costea el menú como si fuera un comedor escolar. El ganadero es prácticamente un empleado de la Administración para asegurar que la fauna silvestre prospera. El modelo de negocio es ahora documentar bien los ataques y presionar a los políticos para que mejoren las indemnizaciones. Ni ordeñadoras ni veterinarios: webcams y periodistas. Producir alimentos para otros seres humanos ya no es un objetivo, sino un fallo del sistema. ¿Defenderá Cantabria a sus ganaderos? Ah, vaya al teorema 2.
4. El plan urbanístico más perfecto es aquel que logra no ser aprobado nunca. En efecto, la gente ya se ha amoldado al viejo plan y ha hecho sus ajustes prácticos. Otros municipios vecinos aprovechan la inepcia para sacar tajada, si pueden. Y como no se hace casi nada nuevo, los paisajes permanecen, los bardales y los plumeros entran en éxtasis, y los jóvenes que no pueden pagar la vivienda se van a otras comunidades. Tanto mejor, pues así nos ahorran gastos sanitarios y escolares. No es un fallo de la burocracia, sino ejemplo de sabiduría tecnocrática. Lo perfecto es peligrosísimo, mefistofélico. ¡No pasarán!
5. Se consideran inversiones urgentes y prioritarias las que comienzan a los cuatro años de anunciadas; a su vez, inversiones ordinarias son aquellas que se parecen a planes de urbanismo perfectos. El tiempo de ejecución de las inversiones ordinarias se mide por años jupiterinos (1 año = 11 años, 315 días y 1 hora terrestres), pero no hace falta indicarlo en los boletines oficiales, porque ¿acaso algún alma de cántaro lo desconoce?
6. El objeto de un impuesto a los grandes patrimonios o fortunas no es recaudar, ya que, al publicitarse antes, patrimonios y fortunas emigran como golondrinas en busca de mejores climas, y cuando llega el fisco solo encuentra plumas. El objeto de dicho impuesto es que los contribuyentes medios se conformen, sentando la pereza a hombros de su envidia, con lo que sí se les va a recaudar a ellos. Es una obra del aplaudido género de la 'fiscoficción'.
7. En una democracia, los electores no premian los buenos gobiernos, sino las buenas digestiones. Lo único que ha de temer un gobierno es una subida imprevista en las ventas de bicarbonato de Solvay. En las urnas no se deposita tanto la voluntad impresa de la región como el informe clínico de la endoscopia.
No me dirá que las ciencias no están adelantando una barbaridad...
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