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Tiempo de hilar fino para el PP de Cantabria en las múltiples vertientes de su acción política. De ejercer el papel que le corresponde como primer partido de la oposición al Gobierno regional, aunque en un formato constructivo en el fondo y en las formas ... por si en algún momento debe renovar su oferta de estabilidad al PRC de Miguel Ángel Revilla si termina rompiendo con el PSOE de Pablo Zuloaga. De movilizar al partido, de reforzar la cohesión interna y el liderazgo de María José Sáenz de Buruaga, no siempre bendecido por la cúpula de Pablo Casado. De preservar su gran bastión de poder, la Alcaldía de Santander que ostenta Gema Igual, frente a las turbulencias frecuentes que amenazan al pacto de gobierno suscrito con Ciudadanos.
El PP cree haber mantenido una actitud impecable durante la crisis del Ejecutivo PRC-PSOE por el voto de Mazón contra la investidura de Sánchez, mediante su oferta de estabilidad al presidente Revilla, con generosidad y altura política, sin establecer condiciones previas ni tampoco mostrar ansiedad por acomodarse en el poder. Y por una vez, con sintonía entre las cúpulas populares de Madrid y Cantabria. La oferta de apoyo al Gobierno Revilla formulada por Casado en el debate de investidura ya había sido ajustada previamente con el PP cántabro.
Luego se firmó la tregua y un nuevo pacto entre los socios de Gobierno, así que el ofrecimiento queda congelado hasta que llegue la ocasión. Que llegará, augura el PP, cuando insiste en que la crisis se ha cerrado en falso. De momento, le toca hacer oposición, sobre todo contra el PSOE de Sánchez y de Zuloaga, y observar cómo evoluciona la relación política en el Ejecutivo regional, en las aportaciones a Cantabria de los Presupuestos del Estado y en el devenir político y económico del Gobierno de España recién estrenado.
PP y PRC son adversarios irreconciliables en la lucha por el poder en Cantabria desde hace 17 años, cuando en 2003 Revilla dejó plantado al socio popular de los ocho años anteriores para convertirse en presidente con el apoyo del PSOE. No obstante, la relación entre los dos partidos mayoritarios es ahora menos convulsa que en el pasado. Mejor, por ejemplo, que en la legislatura 2011-2015, cuando la ofensiva del PP en el poder empujó al consejero regionalista Javier López Marcano a una odisea judicial que lo ha alejado de la primera línea política durante siete años, hasta hace unos días. Ni lo olvida Marcano ni tampoco su partido, pero los tiempos políticos son cambiantes.
En esta crisis ni siquiera hubo oportunidad de negociar el eventual apoyo del PP al PRC, sólo en el ámbito parlamentario o con presencia en el Gobierno, por la rápida capitulación socialista. En todo caso, la cúpula popular acariciaba un cambio de estatus, después de cinco años a la intemperie, que también hubiese reforzado su posición ante los jefes de Génova.
Después de un año 2019 dominado por la vorágine electoral, la ejecutiva del PP vuelve a mirar hacia adentro. Los dirigentes se han puesto a hacer kilómetros para tener contacto con los alcaldes y las juntas locales que no han sido renovadas desde 2010. También se trata de consolidar el liderazgo de Buruaga y su equipo. Creen en la dirección popular que la victoria en las generales del 10-N y la relación más fluida con Madrid favorecen una etapa de normalidad y confianza, pero los antecedentes no son tranquilizadores después del 'caso Ruth Beitia'.
Así que no resulta extraño que proliferen en el PP las especulaciones, los posicionamientos, los grupos y capillitas, rumores de gestoras, congresos y de eventuales candidatos al mando, desde el diputado nacional Diego Movellán, como primer abanderado de Pablo Casado en Cantabria hasta Gema Igual, la alcaldesa de Santander, el gran baluarte del PP. No faltan, incluso, los que postulaban la recuperación de Javier Fernández Soberón, presidente de las Nuevas Generaciones del PP hasta hace 20 meses. Pero eso era antes de que el joven alcalde de El Astillero haya recibido el encargo de conducir a su nuevo partido, Ciudadanos Cantabria, entre las convulsiones internas que le azotan, hacia el congreso sucesorio de Albert Rivera en marzo.
En el caso de Gema Igual, no es la primera vez que se maneja su nombre para el liderazgo del PP, por su buen rendimiento electoral y también porque podría restañar las heridas internas. Pero hasta ahora la alcaldesa se ha centrado en el gobierno de Santander, sustentado por el pacto entre PP y Ciudadanos plagado de desencuentros. Aparentemente la regidora hoy está más fuerte que hace unos pocos meses. Con el PSOE descabezado por la marcha a Madrid de Pedro Casares, Ciudadanos en sus horas más bajas y los demás partidos a la expectativa, no hay buenos mimbres para una moción de censura. Tampoco una situación crítica que la justifique. Pero nadie se fía. Tras las elecciones de mayo, el multipacto para el desalojo del PP estuvo a punto de prosperar y hoy las cuentas siguen siendo las mismas, como advierte a menudo el descontento portavoz de Ciudadanos, Javier Ceruti.
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