![El Titánic republicano](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202105/03/media/cortadas/64087360--1248x1768.jpg)
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El partido republicano lleva atravesando una serie de crisis desde comienzos de este siglo, cuando Bush II se alzó con la presidencia por una sentencia arbitral del tribunal Supremo. Para volver a ganar dicha presidencia, tras el gobierno de Barak Obama, se echaron en brazos ... de Donald Trump, convencidos de que esta era la única forma de lograr el control político de un país en el que tienen un apoyo minoritario.
Trump representaba una variante especialmente peligrosa de autoritarismo: agitación de sentimientos violentos contra la inmigración; diatribas contra la prensa libre; decisión de transformar la democracia liberal -respeto indiscriminado a todos los ciudadanos y tolerancia de costumbres y creencias diferentes- en iliberal -considerar la diferencia como una amenaza mortal, cortar la libertad de los otros en nombre de la libertad de los nuestros-; racismo; alteración de la realidad para hacer de su propaganda la única verdad aceptable; poner en entredicho la validez de los resultados electorales; convertirse en 'partido único' deslegitimando a sus rivales; instrumentación de fuerzas paramilitares.
Cuando esta bomba de relojería les ha estallado en las manos (principalmente porque la sociedad civil se hizo cargo del peligro que representaba el trumpismo para la supervivencia del sistema y decidió confabularse para hacerlo caer democráticamente) el partido republicano ha reaccionado doblando la apuesta. Ahí, el naufragio del partido ha comenzado y parece lejos de tocar fondo. La situación actual es de las más temibles para cualquier partido, sus electores aprueban por mayoría las medidas estrella del presidente Biden: plan de recuperación pospandemia; plan de creación de empleo en infraestructuras y cambio climático, que se financiará con impuestos a los ricos. Mientras, el 70% de los congresistas republicanos intentan convencer infructuosamente a los electores de lo contrario.
¿Qué hace el 30% restante? pues confabularse para que los candidatos de Trump que quieren arrebatar sus escaños no lo consigan. Liz Cheney, hija del presidente de facto durante el gobierno de Bush II, está al frente del grupo que quiere rescatar el partido de las manos de Trump. De nuevo, una situación en la que ningún partido quiere estar. Si ya es difícil ganar estando unidos, ¿qué se puede esperar de esta desunión? como hemos visto en las pasadas elecciones, se puede esperar que conspicuos personajes del partido creen un grupo de intervención bajo el lema de 'Never Trump' (Trump, nunca) e incluso recomienden votar a los candidatos demócratas antes que a los alternativos de Trump.
Si esta música le suena familiar es porque la está escuchando mucho más cerca que los lejanos ecos de la política americana. Gane quien gane el martes, tanto PP como PSOE van a tener que hacer frente a una reconstrucción de su partido, ambos claramente partidos en dos. Como en el caso de los republicanos, la tentación populista es sin duda la tendencia más fuerte en los dos casos; sin embargo, tengo para mí que a medio-largo plazo la hoy minoritaria opción moderada no sólo es lo que más desea y le conviene a la gran mayoría del electorado, sino que optar por ella terminará por ser la opción ganadora. O sea, que quien primero opte por ella llevará esa ventaja al segundo. Hablaremos de esto más despacio ya con los resultados electorales sobre la mesa y una relativa calma en las procelosas aguas del sectarismo que nos anega. Pero ahora apuntaré un par de reflexiones.
El populismo que en todo momento beneficiará a Vox, al PP dejará de funcionarle en cuanto se normalice la situación actual. Normalizada la situación se verá obligado a regresar por sus fueros; es decir, al apoyo a las grandes corporaciones que es donde se juega el futuro económico del país. Apoyo que debe traducirse en mantener lo más bajo posible los impuestos a dichas corporaciones, mientras carga la factura de la crisis pandémica sobre las espaldas de la sufrida clase media. Esto ya no va a ser posible hacerlo de forma solapada, como venía siendo la costumbre, sino de forma razonada y con resultados tangibles sobre la mesa para la dichosa clase media. A mí juicio la respuesta del PP se encuentra en la democracia cristiana, no en el trumpismo a la española.
A este respecto el PSOE goza de manga más ancha. No le van a doler prendas a la hora de subir los impuestos a los ricos. No tiene más que aprovechar los fondos de recuperación de la UE y aplicar el modelo que con tanto éxito ha puesto en marcha Joe Biden. Para que el PP pueda poner en práctica sus propias políticas utilizando dichos fondos, primero tendrá que ganar las elecciones. El PSOE ya está en la Moncloa. El problema de Sánchez es otro: la sociedad civil española pudiera estar llegando, respecto a Sánchez, a parecidas conclusiones que la sociedad americana respecto a Trump. De todo esto hablaremos la próxima semana.
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