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El Racing y los títulos deportivos tienen la misma relación que la que mantienen en la fábula de Samaniego la zorra y las uvas. Ya saben, en ayunas, por no decir hambrienta, y después de vanos intentos por alcanzar el fruto al que no ... llegaba, la zorra terminó diciendo aquello de que «¡No las quiero comer! ¡No están maduras!» Y el Racing, con la escasez de títulos, a saber, un campeonato en Tercera (1948) y otro en Segunda (1950), sigue manteniendo eso de que lo importante es subir de categoría cuando los títulos, como el agua, se escurren entre los dedos.

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eldiariomontanes El título que se escurrió contra el Oviedo