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Una de las noticias más apasionantes que hemos podido leer en estas últimas semanas es el esfuerzo de un grupo de estudiantes del colegio El Salvador, de Barreda, para mejorar mediante la robótica el cuidado de los viñedos, en una tierra tan difícil para este ... cultivo como es nuestra Cantabria. Hay que felicitar a estudiantes y profesor por esta brisa de aire fresco en una ciudad agobiada por malas noticias y mala gestión. Porque la pregunta que tengo que hacerme, respecto de esta noticia, es hasta qué punto la Torrelavega de hoy puede ofrecer un cauce para que el talento de esta juventud innovadora se desarrolle y pueda crear un ciclo de riqueza y de bienestar en nuestra comarca.
Si estos jóvenes salieran hoy mismo al mercado laboral de Torrelavega, verían que no hay parque tecnológico, solamente suelo industrial muerto (Sniace) o sin nacer (Las Excavadas, La Hilera). Sí que verían que en Santander el Gobierno de Cantabria va a duplicar la superficie del actual Parque Científico y Tecnológico, concentrando aún más la innovación y los empleos de vanguardia en la capital, sin acordarse para nada del valor de Torrelavega como polo de desarrollo.
Esos alumnos verían que carecemos del Centro Regional de Emprendedores, que estaba en ejecución con fondos europeos pero los actuales gobernantes, PRC y PSOE, se cargaron para satisfacer a pequeños grupos que exigían esa supresión a cambio dar la Alcaldía a la coalición socialista y regionalista.
Esos/esas estudiantes verían igualmente que las posibilidades de nueva economía en el Mercado Nacional de Ganados o en La Lechera siguen en fase de papeleos al término de otra legislatura más. Ni la cultura ni el turismo de eventos van a ser a corto plazo lo que deberían ser en Torrelavega, porque los gobernantes no han hecho los deberes en dos legislaturas. (Al parecer, necesitan siglos, no legislaturas, pero la vida de los jóvenes no puede esperar a esa lentitud acomodada de la gestión autonómica, municipal y central).
Y verían, asimismo, que no es fácil atraer personas de la comarca, de la región o de otras autonomías a Torrelavega. Empezando porque no funcionan con normalidad los ferrocarriles de cercanías; siguiendo por la ausencia de una estación intermodal de autobuses; continuando por el subdesarrollo de las posibilidades comarcales del autobús; y culminando todo por el retraso y falta de terminación de todas las infraestructuras de largo alcance: tren a Madrid, autovía Aguilar-Burgos, tercer carril de autovía Laredo-Vizcaya.
Esos jóvenes ya no pueden comprar en el Zara de la Plaza Mayor, ni en muchos otros bajos comerciales del centro que, sencillamente, están cerrados por huida de los anteriores negocios. Da mucha pena verlo. Pero cuando no se desarrolla el plan urbanístico, ni se cuida la industria, ni se atrae tecnología, ni se hacen los proyectos culturales y sociales de referencia, ni se fomenta el emprendimiento, el resultado es, efectivamente, el desierto.
Esos jóvenes del El Salvador de Barreda deberían llevar ya muchos años sin respirar la contaminación causada por el tráfico y algunas actividades del entorno. Pero, como el Gobierno de Cantabria ha necesitado dos legislaturas y todavía no ha iniciado la carretera de Duález a Viveda, que desviará a los vehículos por la orilla izquierda del Saja-Besaya, todo ese núcleo de población, y sus dos colegios, siguen tragando gases y partículas de los que podrían haberse liberado ya, para beneficio de su salud. Y todas esas casas y pisos y bajos comerciales se habrían revalorizado y potenciado ya de haberse hecho, como nosotros hemos propuesto, un gran bulevar en la Avenida del Solvay, entre el Puente de Los Italianos y la rotonda de la Iglesia de Santa María.
Creo que los despropósitos de la presente legislatura, en la que ha estado incluso a punto de derrumbarse el propio Palacio Municipal, tienen que movernos a reflexionar sobre una gran evidencia: Torrelavega no puede seguir así; no es admisible este declive permanente por incompetencia política. Hace 43 años se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas. Desde entonces, el PP solo ha podido participar en el gobierno municipal seis años y medio, es decir, solo un 15% de todo este tiempo, y ha estado solamente 30 meses en la Alcaldía.
Pienso que casi medio siglo de decadencia de la ciudad es tiempo suficiente y sobrado como para entender que las otras fórmulas, regionalistas y de izquierda en coalición, o socialistas en solitario, no han funcionado y no son ninguna solución. Lo que no han logrado en medio siglo, ya no lo van a lograr nunca. Sniace ha sido el último gran ejemplo. Son las ideas de libertad, emprendimiento, innovación y buena gestión las únicas que van a sacar a Torrelavega del bucle nostálgico y, sobre todo, las únicas que pueden ofrecer de verdad un porvenir brillante a estos jóvenes talentos que hay en nuestros centros educativos. Por ello, el cambio en Torrelavega es imprescindible. Y cuanto antes, mejor para todos.
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