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Se han detectado en España media docena de casos de la cepa californiana del coronavirus; quizás no deberíamos preocuparnos cuando son tan pocos casos, pero estamos hablando de la variante del diablo.
Así la bautizó Charles Chiu, director del equipo de investigadores de ... la Universidad de California San Francisco que realizó un análisis de amplio alcance sobre la nueva variante. «El demonio ya está aquí», fueron sus palabras exactas a los medios de comunicación.
Esta nueva cepa del coronavirus se descubrió por primera vez en California el pasado mes de diciembre. Se trata de una variante que ha sido calificada de interés público por el Ministerio de Sanidad, y se ha decretado sobre ella una vigilancia especial. Se suma así a las variantes británica, que fue la primera sometida a vigilancia exhaustiva a nivel internacional, sudafricana, brasileña y danesa, de las que ya habíamos hablado. De hecho, ahora mismo hay hasta diez variantes sometidas a vigilancia, aunque varias de ellas no se han detectado todavía en nuestro país.
Las evidencias advierten que la cepa californiana puede ser más contagiosa y más efectiva: el diario The New York Times recoge que esta mutación del virus es al menos un 40% más eficaz para infectar células humanas que las variantes anteriores, las personas infectadas producen una carga viral dos veces mayor que la de otras variantes y puede esquivar al sistema inmunológico mejor que otras variantes. Pero, a pesar de su apodo, aún no hay pruebas de que la virulencia o la letalidad sean mayores. Sí que hay, sin embargo, cierta preocupación en torno a la respuesta de las vacunas, ya que la mutación que afecta a la proteína S del coronavirus es distinta a cualquier otra de las detectadas, al menos en Estados Unidos. Y, en cualquier caso, la rápida propagación del virus en California es, cuando menos, preocupante.
No toda la comunidad científica comparte la preocupación acerca de esta nueva cepa del coronavirus. Sin salir de los Estados Unidos, el doctor Hanage, de la universidad de Harvard, sostiene que, a diferencia de la variante británica, que cada vez que toca tierra en un nuevo país explota con rapidez, la californiana parece haberse abierto paso mucho más despacio, y que las pruebas de laboratorio han demostrado hasta ahora un incremento modesto en la infectividad.
Por el momento, no cabe duda de que estamos ante una variante de interés, a la que es necesario efectuar un seguimiento que permita determinar la repercusión que pueda tener en la salud pública. Las mutaciones son inevitables e impredecibles, y eso obliga a tener cierta capacidad de pronosticarlas a la hora de trabajar con los medicamentos y las vacunas. Lo necesario, en este momento, es completar las investigaciones que nos permitan conocer con certeza el alcance y las implicaciones de esta nueva mutación, y no dejarse asustar por un nombre sensacionalista.
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