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Herschell Gordon Lewis, en acción.
Herschell Gordon Lewis: sangre a gogó

Herschell Gordon Lewis: sangre a gogó

Como muchos otros héroes del cine de culto de los años 50 y 60, Gordon Lewis se inició en los vertederos del arte cinematográfico de forma autodidacta cuando todavía ocupaba la plaza de profesor de literatura en la Universidad de Mississippi

Josu Eguren

Jueves, 28 de julio 2016, 20:55

Hasta Herschell Gordon Lewis se puede llegar por distintos caminos: o bien siguiendo la pista de los gurús que revolucionaron el marketing en la década de los 70 o saltando hasta la letra G en cualquier enciclopedia del cine de terror. Con la G de Gore: derivación de los espectáculos granguiñolescos caracterizada las escenas de violencia extrema, los cuerpos descuartizados y un sinfín de chorros de sangre a gogó que fue reconocida como subgénero a partir del estreno de 'Blood Feast' (1963).

Como muchos otros héroes del cine de culto de los años 50 y 60, Gordon Lewis se inició en los vertederos del arte cinematográfico de forma autodidacta cuando todavía ocupaba la plaza de profesor de literatura en la Universidad de Mississippi y daba sus primeros pasos como productor de películas publicitarias a través de una participación en Mid-Continent Productions, la pequeña empresa de Chicago que le llevó a unir fuerzas con el mítico David F. Friedman para el rodaje de su bautismo en el circuito del softcore: 'The Adventures of Lucky Pierre' (1961), o las desventuras de un mirón profesional que imagina desnudas a todas las mujeres que ve a su alrededor. La película -rodada mano a mano entre Friedman (que hizo las veces de productor y sonidista) y el propio Gordon Lewis- define a la perfección las constantes de un director siempre en busca y captura de nuevos nichos comerciales y obsesionado con la rentabilidad de proyectos a corto plazo.

'The Adventures of Lucky Pierre' (1961)

Festín sangriento

Anticipando la decadencia de la nudie cuties (una etiqueta que sirve para catalogar los primeros trabajos de cineastas como Doris Wishman y Russ Meyer), la pareja se puso a la tarea de confeccionar una lista con los temas que los grandes estudios no se atrevían a tratar. La casualidad, sumada a la necesidad (el estreno de 'Boin-n-g', en 1963, resultó ser un pequeño fracaso) fue el caldo de cultivo en el que germinó la semilla del gore, un subgénero que quedó inaugurado con la redacción apresurada del guión de 'Blood Feast' a cargo de Allison Louise Downe. Con un presupuesto de 24.000 dólares, Friedman y Gordon Lewis se plantaron en un parking de Florida para filmar una bizarra película de terror inspirada en su argumento por la esfinge de cartón piedra que daba la bienvenida a los huéspedes del motel Suez. El milenario culto a la diosa Ishtar sirvió como excusa para que la torpe cámara de Gordon Lewis se recrease en la chapucera y sanguinolenta puesta en escena de una serie de asesinatos rituales ejecutados por un personaje que prefiguró a psychokillers de la talla de Freddy Krueger y Jason Vorhees. La idea no era otra que mostrar lo que Hitchcock condenó al fuera de campo en 'Psicosis', aliñándolo con la voluptuosidad de la playmate Connie Mason.

Tráiler de 'Blood Feast'

El talento combinado de Gordon Lewis y Friedman, alumnos aventajados de las técnicas de marketing guerrilla popularizadas por William Castle y Kroger Babb (con los tráileres y los taglines efectistas como principal método de captación), catapultó el éxito comercial de 'Blood Feast', y puso los cimientos de una trilogía que se recita de carrerilla en todos los festivales americanos de cine de terror: 'Blood Feast' + '2000 maníacos' + 'Color Me Blood Red'.

Hospitalidad sureña

La crítica machacó la película, y los vigías de la moral respondieron escandalizándose ante el potencial corruptor de una fórmula elevada a la categoría de manifiesto cultural por todos aquellos espectadores que disfrutaron de '2000 maníacos' (1964). El argumento de esta última, una suerte de 'Brigadoon' sangriento ambientado en las profundidades de Dixie Land, trasladaba a un grupo de yanquis a Pleasant Valley (un pequeño pueblo de la América Confederada) durante la celebración de un episodio secreto con motivo del centenario de la Guerra Secesión. Sin la crudeza y tosquedad formal que caracterizaban a 'Blood Feast', pero bañada por un delicioso y sádico sentido del humor, '2000 maníacos' afirmó a Gordon Lewis como maestro de un subgénero cuyos miles de fieles le han reconocido con el título oficioso de 'Padrino del gore', distinción que quedó reafirmada por la que considero su obra más interesante, 'Color Me Blood Red' (1965), siempre dentro de los márgenes que concede la taxonomía del terror.

Tráiler de '2000 maniacos'

Arrebato

Con 'Color Me Blood Red' Gordon Lewis no abandona sus señas distintivas (una puesta en escena frugal, interpretaciones y diálogos en el límite del ridículo, los cortes netos en el montaje) pero amaga el tosco perfil psicológico de un pintor-carnicero que termina siendo vampirizado por su propia obra (en la versión cruda del personaje interpretado por Dick Miller en 'Un cubo de sangre', de Roger Corman). La voluntad de encerrar la historia en una estructura con forma de auto spoiler no minimiza el efecto de una crítica mordaz al círculo elitista de las Bellas Artes que viene regado por una lluvia de hemoglobina purificadora.

Tráiler de 'Color Me Red Blood'

Sería la última colaboración de Gordon Lewis con David Friedman, antes de emprender una ambiciosa recreación del mito de Drácula que le llevó a rebajar sus marcas de estilo en un vano intento por introducirse en el circuito del cine mainstream. Tras el fiasco de 'A Taste of Blood' (1967), el padrino del gore encadenó la muy salvaje 'The Gruesome Twosome' (1967) y 'She-Devils on Wheels', que explotaba la leyenda de 'Salvaje' -con Marlon Brando- en el formato de una biker movie protagonizada por un grupo de violentas amazonas de la carretera.

Tráiler de 'The Wizard of Gore'

Hacia el final de la década de los 60 Gordon Lewis sigue haciendo girar la rueda del exploitation con títulos de derribo que contrastan con la maravillosa y magnética 'The Wizard of Gore' (1970), una cult movie en la que cámara sobreexpone un lujurioso manantial de sangre y vísceras mucho más sano y refrescante que el del remake de 2007 protagonizado por Crispin Glover. Sin traspasar nunca la línea roja del sadomasoquismo, y después de haber fracasado en su intento de hacer funcionar un escenario para las representaciones de gore en vivo en el Bloodshot Theatre de Chicago, Gordon Lewis se despidió de las pantallas con 'The Gore-Gore Girls' (1972) para emprender una larga y exitosa carrera como Mad Man.

Tras una brecha de casi tres décadas, y con más de 30 ensayos (véase 'Art of Writing Copy') y cientos de artículos publicados en revistas especializadas en marketing y publicidad, Gordon Lewis volvió a hurgar en las viejas heridas cicatrizadas por el tiempo con el estreno de 'Blood Feast 2: All U Can Eat' (2002), una secuela del clásico que retomaba la historia original para delirio de su legión de fans. La despedida y el punto final lo pondría 'The Uh-Oh Show' (2009), el último capítulo en la extensa filmografía (37 títulos) de un cineasta denostado y ridiculizado que puede presumir de lo que no han conseguido los que se consideran autores: hacer historia dentro de la Historia con una película que es un corte de mangas al cine como pose.

Tráiler de 'Blood Feast 2: All U Can Eat'

Su legado ha pasado por muchos manos, y afortunadamente sigue a salvo gracias a directores como Manuel Ortega Lasaga, el nombre y las vísceras de esa obra fundamental para los amantes del género que lleva por título 'Dientes de Otro'.

Tráiler de 'Dientes de Otro'

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