'El triunfo' es uno de esos títulos reseñables de 2020 que, debido a los estragos de la dichosa pandemia, no ha encontrado un hueco en la cartelera hasta hoy. Su público potencial es aquel que habita en las sesiones en versión original, o de ... primera hora de la tarde, un circuito esencial a la hora de sostener cierta cinematografía autoral que encuentra el grueso de sus seguidores en una franja de edad avanzada. Como alguna vez ha comentado el cineasta y showman Nacho Vigalondo, esa «señora de Cuenca» a la que se aludía en los despachos de televisión a la hora de debatir sobre posibles audiencias, representando la pureza del espectador medio, es ahora la que está salvando en gran parte la exhibición tradicional. Es decir, pasa por taquilla. Sea o no un simple chiste o una observación ingeniosa, el éxito francés que nos ocupa ha esperado para ver la luz por estos pagos tras no poder estrenarse presencialmente con el sello oficial del Festival de Cannes 2020. Pudo clausurar el Festival de Valladolid ese mismo año, pero la sombra del coronavirus volvió a cambiar unas reglas del juego que por fin dan aire a los cines de siempre.
Protagonizada por Kad Meran ('Bienvenidos al norte'), Marina Hands ('Las invasiones bárbaras') y Laurent Stocker ('La casa de verano'), 'El triunfo' es un agradecido drama ligero, con tintes de comedia entrañable, que mezcla cine y teatro sin caer en la pedantería. Estamos ante una historia de superación situada en una cárcel, y sobre las tablas, entre la libertad y la ausencia de ella. Un veterano actor, con una trayectoria artística difusa, se encarga de coordinar un taller con presidiarios a los que convence para interpretar 'Esperando a Godot', de Samuel Beckett. La relación entre los presos y el profesor en el centro penitenciario echa raíces a medida que se van conociendo e interactúan. De querer probar sencillos sketches de humor para combatir el tedio los internos pasan a ensayar una obra de peso que les lleva a realizar una gira fuera de su encierro. La curiosa compañía se convierte en un fenómeno en ciertos círculos hasta el punto de recibir una jugosa propuesta de actuar en París frente a la Ministra de Justicia. Paralelamente al éxito del montaje, conocemos los sentimientos de los protagonistas y se establece una conexión muy especial entre los personajes, a cual más variopinto. El desenlace del filme se torna extraño, demasiado increíble, hasta que los créditos nos recuerdan que se trata de una película inspirada en una historia real, lo que invita aún más a emocionarse.
'El triunfo' apuesta por la luz frente a la oscuridad. A pesar de tratar un tema tendiente a lo visceral, no aprieta las tuercas en el tono de drama carcelario y se decanta por exprimir las posibilidades de la puesta en escena entre los personajes principales, que exhiben una naturalidad destacable. A Emmanuel Courcol, director de la pieza, responsable de 'Alto el fuego', no le interesa profundizar en el lado desagradable de la situación y ofrece al espectador un divertimento con mensaje que se suma con nota a la rentable categoría de feel-good movie a la francesa. El reparto es tan pintoresco como afectuoso, tocando la fibra adecuada con una interpretación de campanillas.
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