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Sin licencias. Sin ayudas. Con las reservas económicas agotadas. Y con una reclamación de pago de la liquidación de las capturas del año 2020 en Mauritania. La situación de los cuatro atuneros españoles bloqueados en Senegal desde comienzos de año por negarse el país africano ... a concederles las licencias está a punto de provocar el colapso de los armadores. «Nos están ahogando en tierra firme», describe gráficamente Miguel Ángel Solana, armador del Pilar Torre, con sede en Colindres, y erigido en portavoz de los cuatro integrantes de la asocación Dakartuna. El 'Corona del Mar', del también colindrés Manuel Herrerías; el Berriz San Francisco, de Hondarribia. Y el Iríbar Zulaika, de Guetaria.
Las horas pasan desesperadamente lentas en Dakar, donde resiste el retén de guardia de las cuatro embarcaciones, para evitar que sean desguazadas en caso de dejarlas atrás. Con unas pérdidas cifradas en un millón de euros por buque, su llamada de socorro a mediados de mayo pareció abrir una puerta a la esperanza. Pero fue un espejismo. Desde el Ministerio siguen dándoles largas. Tres cartas han remitido a Madrid, dos a través de Cepesca (Confederación Española de Pesca) y otra a través de sus abogados. En ellas exponían su solicitud para acogerse a unas ayudas de mínimis, de 30.000 euros por barco. De fondo, la reclamación para que la UE agilice la recuperación de las licencias que Senegal les niega pese a estar vigente el convenio entre ambas partes. Y la incertidumbre por saber si, en calidad de víctimas de un conflicto que ellos no han causado, les corresponden las ayudas que la propia UE prevé para estas situaciones de imposibilidad de ejercer su trabajo «por fuerza mayor». Al otro lado, nadie responde. El silencio es lo único que escuchan.
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Javier González Mellado
Hasta este lunes. Día en el que desde la Secretaría de Pesca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se les ha remitido un mail en el que les insta a liquidar las capturas del año 2020 en Mauritania. El tono del escrito es imperativo, urgiéndoles a adjuntar los justificantes de pago de dichas pesquerías, calculadas en función de las toneladas pescadas. En el caso de Miguel Ángel, la cifra se eleva a 17.000 euros. «Y el resto de compañeros será bastante similar». El problema es que sus recursos económicos están en las últimas. Y no entienden en qué les ayuda pagar si van a seguir obligados a estar amarrados, mientras dure el bloqueo de Senegal. La clave la da el Ministerio. «Por favor, de cara a la celebración de la Comisión Mixta que empieza mañana martes (por hoy) enviadme los justificantes de los pagos, si los tenéis, o bien el motivo de no haber pagado».
De Senegal las noticias tampoco son excesivamente halagüeñas. Allí sí hubo movimientos, pero no excesivamente alentadores. El ministro de pesca Aliou Ndoye, compareció el pasado día 24 ante la prensa, para explicar, respecto al bloqueo que «cuando veo los contratos que quieren firmar, si Senegal no se beneficia, no les doy una licencia». Un jarro de agua fría que se había compensando en los últimos días, cuando los enlaces de los buques de la administración senegalesa parecían anticipar el final de la pesadilla. «Nos dijeron que para la semana pasada iba a estar la licencia. Fuimos a su Dirección General de Pesca y nos dicen que no sabían nada. Luego nos dicen que igual el miércoles que viene firman, pero que no saben fijo», expone Miguel Ángel. Que concluye: «Estamos ya desesperados, no sabemos qué hacer, nos sentimos abandonados y maltratados. Nadie nos da ninguna explicación. Y encima nos reclaman que sigamos pagando», concluye.
A 3.500 kilómetros de distancia, en Dakar, su primo Manuel Herrería desgrana la impotencia en la que están sumidos. «Ahora mismo, si no nos dan ayudas, aunque obtengamos las licencias, no nos alcanzaría para poder faenar. Preparar la salida a la mar de un barco supera los 100.000 euros de coste, y ese dinero no lo tenemos», explica. En su opinión, la estrategia de la UE es contraria al sentido común. «Lo que tenían que habernos dicho desde el primer momento es que nos darían las ayudas, y así pasarían la presión de la negociación a Senegal. Pero con esta postura, lo que van a conseguir es que Europa termine sin flota sostenible como la nuestra». Si dicho pronóstico se cumpliera, el efecto dominó rápidamente acabaría repercutiendo en el abastecimiento de la potente industria conservera del atún. Y, sobre todo, en la calidad. Estos atuneros, como los artesanales de la flota del Cantábrico, son 'cañeros', es decir, de los que pescan el atún con caña, uno a uno. Una forma de pesca que subsiste de forma testimonial en las aguas africanas, en medio de buques de otros continentes que emplean artes depredadoras del medio marino. «Si Europa sigue con esta política, acabaremos dependiendo de otras latitudes para obtener el atún que demanda el mercado. Será ponernos en manos de flotas donde las condiciones sanitarias, son, por decirlo de una forma suave, muy deficientes, y no te cuento las condiciones laborales…. Entonces igual se dan cuenta de lo que están a punto de perder con nuestra ruina», remata al otro lado del teléfono, con ese baño de realidad al que parecen ajenas las autoridades nacionales y comunitarias que les mantienen ahogados en un mar burocrático en el que cada vez les cuesta más sobrevivir.
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