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Desde que la reforma de la Ley Hipotecaria promovida por el PP entre 1998 y 2005 permitiera a la Iglesia registrar a su propiedad bienes que no le pertenecían a nadie, se ha hablado mucho de la «injusticia» que supone que ese patrimonio no sea de dominio público. Fincas, casas, ermitas, garajes, solares... hasta 2.058 propiedades se atribuyeron las distintas diócesis cántabras sin acreditar escrituras, contratos de compraventa o recibos. Ahora, cuando la Iglesia anuncia estar dispuesta a devolver a la región 19 bienes de los que se apropió sin fundamentos legales, los vecinos aprovechan para reclamar unas propiedades cuya recuperación consideran casi una cuestión de orgullo. En lugares como Arredondo, donde muchos de sus 490 habitantes consideran que la situación de «apropiación indebida» ha sido «sangrante», se plantea todo un desafío al Obispado para recuperar lo que consideran suyo.
«Ya tenemos un abogado trabajando en los casos que reclamamos», advierte el alcalde, el regionalista Leoncio Carrascal. El consistorio reclama tres bienes: la iglesia rupestre de San Juan de Socueva, declarada como Bien de Interés Cultural en 1985; el solar del antiguo convento, conocido también como la finca del Asilo; y la que fuera casa del cura en el centro del pueblo de Bustablado.
«En el caso de la iglesia rupestre, cuando nos enteramos de que estaba en la lista de la Iglesia, nos llevamos una sorpresa. Estamos esperando el informe del abogado, pero creemos que podemos reclamar la propiedad pública. ¡Por Dios!, si está bajo una roca en el monte, ¿cómo va a ser de ellos?», afirma el regidor.
Leoncio Carrascal | Alcalde de Arredondo
Isabel Sarachaga | Vecina de Arredondo
En lo alto del monte del pueblo de Socueva, a resguardo de un saliente de roca, se encuentra la ermita. Parece que estuviera abandonada y sólo un cierre rudimentario impide el paso; aunque basta saltar un pequeño muro de piedra para entrar. Visto allí, in situ, parece mentira que ese tejado aún se mantenga en pie sujeto por sólo dos vigas de madera podrida.
«No sé de quién tiene que ser la propiedad, pero que quien se lo adjudique, que lo arregle, porque es un escándalo que lo tengan así de abandonado», reclama Juan Pardo, vecino de la zona. «Igual es mejor que sea de los curas, que tienen mucho más dinero, y que lo mantengan. Si se lo cargan al pueblo, lo tenemos que pagar nosotros», argumenta. Por lo pronto el Gobierno cántabro ha anunciado una inversión de 90.000 euros para su restauración. También se ha hecho público que se acometerá un estudio arqueológico porque los últimos datos avanzan que podría ser mucho más antigua de lo esperado. Incluso se baraja que guarde en su interior restos de un yacimiento prehistórico.
«Es un bien que debería conservarse mucho mejor y lo tienen abandonado. Tengo 84 años y la conozco igual desde que subía allí con 8», recuerda Severino Gómez, que ha vivido siempre en Socueva. «Hay que arreglarla porque es un atractivo turístico importante que puede servir para revitalizar toda esta zona», defiende.
María Isabel Ortiz | Vecina de Arredondo
Begoña Casta | Vecina de Bustablado
Temen que un día haya un accidente, que la estructura que sostiene el tejado termine por desplomarse sobre alguien. «Entonces decidirán arreglarlo, pero la desgracia ya habrá sucedido».
Para el Ayuntamiento es una prioridad recuperar el bien y adecentarlo: «Vamos a pelearlo porque no tiene sentido que no tenga una titularidad pública», acredita el alcalde, que tiene a sus servicios jurídicos trabajando también en la posibilidad de reclamar la titularidad de la finca conocida como el asilo, en el centro de Arredondo, a pocos metros del Ayuntamiento. Según los datos de los que disponía hasta ahora el Consistorio, había donada la finca a la Fundación Asilo Sixto Ortiz para la construcción de una residencia de mayores moderna; pero en la tramitación han aparecido problemas.
«Llevábamos meses para renovar los cargos de la Fundación, porque tocaba ahora, y no conseguíamos reunirnos. Ahora comprendemos que nos estaban eludiendo para evitar que nos enteráramos de que habían inscrito la finca», interpreta el alcalde.
Los vecinos no tienen dudas, todas esas propiedades deberían pertenecerle al Ayuntamiento. «Bastante poco tenemos aquí como para que nos quiten nada. Todos esos bienes deberían ser de uso público para que los den una utilidad», opina Isabel Sarachaga, vecina del pueblo, mientras toma un café a las diez y media de la mañana. «Si quieren construir una residencia de ancianos en esa finca y esta apropiación de la iglesia lo entorpece, al final nos perjudica a todos. Aquí lo que nos hace falta es que haya más vida, que venga gente, que traigan dinero y frenar cualquier idea es malo para eso».
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María Isabel Ortiz, una de las residentes más mayores del lugar, desafía a la escarcha de la mañana -al pueblo no le baña el sol hasta pasadas las once- para dar un paseo protegida con un abrigo grueso y una bufanda. «Necesitamos que nos den, no que nos quiten. Queremos que traigan dinero, no que nos lo lleven», reivindica. Y otra mujer, Margherita Salzer, defiende que «la titularidad pública siempre gestionará mejor este patrimonio que nos debe pertenecer a todos».
Argumentos todos que se escuchan en el pueblo de al lado, Bustablado, donde la antigua casa del cura, justo frente a la iglesia, también ha despertado el debate en torno a su titularidad. «La inmatriculó el cura pero en el fondo ha sido del pueblo de toda la vida», cuenta Begoña Casta. «Es una vivienda que además está sin ningún uso y que podría utilizarse para el bien común, por ejemplo, para cuando un vecino tiene una necesidad y debe hospedarse en algún lado, que ha ocurrido». Y añade un reproche. «En este pueblo tenemos una misa cada 15 días. No creo que se preocupen mucho de nosotros, así que deberían devolver lo que creemos que es nuestro», zanja.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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