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Ramales
Sábado, 29 de agosto 2020, 15:15
El municipio de Ramales guarda todo un mundo en su subsuelo. Un gran archivo histórico que ha permitido a sus investigadores desvelar datos importantísimos sobre el modo de vida de los antiguos pobladores. Algunos tan trascendentales como el hallazgo de la 'Dama Roja' de la ... cueva de El Mirón. Cada galería explorada añade nuevos descubrimientos que son ventanas abiertas a la prehistoria, como la cueva Covalanas, que emerge en el monte Pando como una pequeña galería de arte donde el visitante se recrea con la colección de ciervas, todas pintadas en un color rojo tan vivo que parecen pintadas ayer.
Si los vecinos de Ramales tienen un emblema, es sin duda, el conjunto de pinturas de las ciervas rojas de Covalanas. Es una de las representaciones de arte rupestre más importante de la región, catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Un galardón que los ramaliegos lucen con orgullo.
La visita sorprende aunque uno sepa lo que se va a encontrar. Las pequeñas dimensiones de la cavidad contrastan con el torrente de sensaciones que experimentan sus visitantes cuando empiezan a vislumbrarse las pinturas. «Están vivas», dice Joaquín Eguizábal, Pencho, ramaliego de toda la vida y guía de las cuevas. Se refiere así a la proximidad de las pinturas a sus visitantes, que en estos días de pandemia pueden disfrutar de una visita casi exclusiva, con tres personas en cada pase. «Eso es un lujo. Tener la oportunidad de entrar en una cueva que no está iluminada y ver las pinturas a cincuenta centímetros de tu cara es algo espectacular», reconoce Pencho.
En Covalanas predominan las ciervas, aunque también hay otras figuras de animales realizadas con la técnica de las digitaciones o tamponado, es decir, dibujadas mediante puntos. Para Pencho, la persona que pintó Covalanas era «un artista con una capacidad de expresividad brutal», y de hecho, la cueva sólo se utilizó con el fin de pintarla, como si de una galería de arte se tratara, ya que el grupo habitó en El Mirón. Se habla de la 'escuela de pintura de Covalanas' por la técnica de la persona o personas que la decoraron, «que sería un auténtico expresionismo-puntillismo».
El conjunto pictórico forma parte de una narración (cuenta una historia), el día a día de aquellos pobladores que a pesar de las adversidades de aquella época «salieron adelante porque tenían la idea de grupo», remarca el ramaliego, haciendo una comparativa con la actual situación de pandemia. Las ciervas «parece que salen de la roca, que están vivas». Esto impresionó mucho a la exministra de Cultura y directora de cine, Ángeles González-Sinde, en su visita a la cueva, llegando a afirmar que era cine por la narrativa de los dibujos que conforman escenas.
Si bien Covalanas y Cullalvera son las más visitadas, hay otras cavidades que para el guía bien merecen ser visitadas. Pencho propone complementar la visita a Covalanas con pases muy controlados y primando la conservación en El Mirón, que fue la cueva habitada, «para ver 'in situ' cómo vivía esta gente y, de continuo, tenemos a otros 500 metros la cueva La Haza». Pero la mayor de las alegrías sería para él dar con la cueva aún por descubrir que guardaría las pinturas correspondientes a la época de Altamira.
En El Mirón se han hallado escápulas de ciervos decoradas con ciervas estriadas, presentes también en Altamira y El Castillo. La pregunta para Pencho es: «¿Si sabemos que han vivido en ese momento, dónde está la cueva decorada de esa época?».
Tras el confinamiento y con la reducción del número de visitantes la demanda se ha disparado y el paisaje que abriga la cavidad resulta también un atractivo para el turismo. No es raro ver personas encaramadas a las paredes rocosas del municipio haciendo escalada o en alguna vía ferrata, ascendiendo por alguno de sus picos en rutas de senderismo o descendiendo el Asón en canoa. La zona es también muy transitada por grupos de espeleología.
Asimismo, el río ha recuperado este verano su función de recreo como zona de baño, tal como recuerda Pencho de su niñez. «Este año estoy viendo la tira de gente bañándose», afirma. Las zonas del Salto del Oso, el Redondillo o Vegacorredor han vuelto a recibir a los bañistas en el verano del covid.
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