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Marina de Cudeyo ha tenido que salir a flote ante la peculiaridad de estar bañado por el mar y, sin embargo, no tener apenas playa, que en el reparto quedó al otro margen de la ría de Cubas, en el municipio vecino de Ribamontán ... al Mar. Ese problema, lejos de ser su perdición, tal vez haya sido su mayor virtud, puesto que las particulares características de la zona han favorecido la aparición de recursos naturales y ecosistemas de interés, con marismas que permiten el marisqueo de almejas y navajas. Asimismo, la necesidad por hacerse valer, por conseguir su hueco, ha esculpido el carácter de sus gentes, ya que de otra manera no se explica su espíritu de lucha, que les ha llevado a lo más alto tanto en el remo como en el golf.
A estas alturas nadie puede rebatir que el municipio de Severiano Ballesteros ha logrado ondear bien alto su esencia, tanto que al pronunciar 'pedreñera' te puedes referir a nada menos que tres cuestiones. O bien hablas de la trainera sobre la que el Club de Remo no para de ganar bandera tras bandera; o mencionas a las paisanas que, dejándose la espalda, recogen moluscos para venderlos en el Mercado de la Esperanza; o si no te viene a la mente las lanchas de Los Reginas que sirven de puente entre un lado y otro de la bahía. En una de ellas, el Regina XII, está al timón desde los 14 años Javier Carriles. Ahí lleva toda su vida contra viento y marea, y ahora también contra el covid, porque durante el confinamiento no dejó de salir ni una semana. El desierto en el mar con el que se encontraba cada mañana era «una imagen desalentadora». En esos más de tres meses se mantuvo un servicio mínimo con cinco viajes al día por «los pocos que tuvieran que cruzar para el trabajo, pero la mayoría de trayectos los hicimos vacíos», explica.
Y claro, ante ese escenario era complicado atisbar en el horizonte cómo iba a ser lo que venía, con lo que la incertidumbre estaba servida para una empresa que «sólo vive del verano, son tres meses para luego aguantar nueve», incide el patrón. «Al final, no está siendo tan malo» como cabía esperar. «Julio fue notable, pero agosto algo menos», valora.
Las lanchas de Los Reginas han sido el reflejo de lo que estaba ocurriendo y del cambio de hábitos. «Por ejemplo, este año he notado que ha ido mucha más gente a El Puntal», comenta Carriles. Tal vez, en un intento de santanderinos y de algunos turistas por acudir a arenales con más espacio porque «en esa playa cabe toda la ciudad». Esa afluencia también se ha notado en Marina de Cudeyo, especialmente en Pedreña, donde sus restaurantes típicos han recibido «largas colas de espera, aquí tenemos muy buena restauración», recomienda Carriles.
Otra de las peculiaridades de este verano de distancias ha sido la ausencia de peregrinos, tanto nacionales como internacionales, sobre la lancha en su camino a Santiago. «Se les echa en falta, porque ellos son los que a partir de marzo nos mantienen a flote, otros años llegan a viajar más de ocho de ellos en cada trayecto», asegura Carriles.
Por lo demás, y teniendo en cuenta las medidas anticovid que la empresa ha incorporado, la vida sigue igual. Se mantienen los trayectos ofertados cada verano, entre los que se incluye la excursión por la ría de Cubas que Carriles tripula y comenta. «Este año por la pandemia lo estamos haciendo con la peculiaridad de que no podemos hacer una escala en el curso medio, donde la gente paseaba, veía los animales y sacaba unas fotos, porque Demarcación de Costas nos lo ha prohibido, algo que no se entiende», apostilla.
Las 'pedreñeras' no son la única vía para conocer la belleza de la zona. Desde hace años, el Ayuntamiento de Marina de Cudeyo, junto a la empresa Bahía de Santander, ha hecho del ecoturismo su mayor activo con rutas en barco por las marismas, paseos y visita al Osprey Centre. Eso, sin olvidar el impacto que genera el deporte. «La Pedreñera se lo está llevando todo», dice orgulloso Carriles al referirse al buen año que están haciendo los remeros, que hace unas semanas se alzaron con el nacional de Traineras. Todo ello sin desdeñar al golf, ya que el municipio cuenta con tres campos. «Aquí a cualquier niño o abuelo le das un palo y le sabe dar a la pelota», presume el patrón que, como buen pedreñero, reconoce que «tendrán que pasar quinientos años para que vuelva a haber un golfista como el que tuvimos» .
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