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Los vecinos de Mentera-Barruelo mostraron ayer su rechazo a la instalación de un parque eólico en los terrenos de la localidad por 34 votos a favor y 36 votos en contra. Por la mínima y en un clima de máxima tensión. Tras dos ... horas de acalorada discusión en las que los participantes a punto estuvieron de llegar a las manos en distintos momentos, la reunión del concejo abierto de este pequeño pueblo del municipio de Ruesga acabó con la votación del asunto más polémico. El resultado al final de este conclave de medio centenar de personas -muchos con votos delegados- que se conocen desde que nacieron tiene cierta importancia, pero lo curioso de la historia no es el desenlace, sino la intrahistoria. Porque la conclusión que sacaría cualquier observador ajeno tras analizar el episodio que se desarrolló en las antiguas escuelas de Barruelo -el más elevado de los dos barrios que forman el pueblo- es que la iniciativa de la empresa Sogepyme para instalar diez aerogeneradores en la zona es solo el último hito de un enfrentamiento vecinal larvado durante décadas.
Por si quedaban dudas, lo confirmaba una vecina tras el concejo: «Lo de los molinos aquí es lo de menos. Se juntan muchos conflictos que vienen de atrás». Enfrentamientos dentro de las mismas familias, choques vecinales, controversias políticas, acusaciones de clientelismo y favoritismo en función de las afinidades, discusiones por el uso más o menos correcto de los terrenos comunales, denuncias cruzadas en los tribunales... «Es verdad que en todos los sitios hay cosas, pero lo de este pueblo no tiene nombre», explicaba esta misma mujer con una mezcla de vergüenza y resignación.
La asamblea comenzó a las 12.00 horas dirigida por la presidenta del concejo abierto, Coral Cano, también concejala regionalista en el Ayuntamiento de Ruesga, histórico bastión del PRC donde el partido de Revilla gobierna con mayoría absoluta. Lleno hasta la bandera en las escuelas. Cada uno ubicado donde podía. Muchos vecinos de pie y los más mayores en sillas o en pupitres de madera de esos que recordarán quienes fueron estudiantes en colegios rurales en los sesenta y setenta.
Primer punto del orden del día: aprobación del acta de la sesión anterior. Antes de votar ya hubo gritos. ¿El motivo? El derecho o no de que estuvieran en la sala personas que no son vecinas del pueblo, si podían tomar la palabra y, sobre todo, la lista de censados. Los contrarios al parque eólico han intentado durante la última semana censar a familiares para ganar apoyos de cara a la votación y la presidenta del concejo les excluyó alegando que estaban fuera de plazo. Los partidarios del 'no' a los molinos lo hicieron 'in extremis' porque todo el conflicto se ha precipitado este mes de marzo.
De hecho, una de sus quejas es la falta de transparencia. Aunque el documento con el proyecto -y los rumores- llevaba circulando desde noviembre, Cano asegura que ella tuvo conocimiento en enero. Y la mayoría de vecinos se enteraron el pasado miércoles, cuando se celebró un encuentro con los representantes de la empresa promotora, con sede en Asturias, y en la que también estuvo el alcalde de Soba, Julián Fuentecilla, que contó los beneficios que la energía renovable ha llevado a su municipio. En Mentera-Barruelo supondría, teóricamente, rebajas en la factura eléctrica e inversiones en infraestructuras por casi 100.000 euros. «Convocas un miércoles, cuando mucha gente no puede venir porque trabaja y solo para contar las cosas buenas», recriminaba una señora.
A esas alturas, al menos dos mujeres habían abandonado la sala «hartas» del espectáculo. «Estas peleas por cuatro perras», lamentaba una de ellas, de 91 años, que se perdió cómo el conflicto iba ganando decibelios con el segundo punto: el reparto de los derechos de pasto, algo relevante, ya que tener más o menos hectáreas significa cobrar más o menos dinero de la PAC. ¿Sólo para los del pueblo? ¿Para los del pueblo y lo que sobre para los del resto de Ruesga? ¿Todo a subasta pública? Salió lo segundo, pero a la espera de lo que diga el juez porque el reparto de los años anteriores está judicializado, como también la alteración del censo -en ambos 'bandos'- y un sinfín de asuntos.
Durante el debate -por decirlo de alguna manera, porque el choque llegó a tal punto que hubo que llamar a la Guardia Civil, que se personó en el exterior de las escuelas aunque no llegó a intervenir- salió a relucir otra de las causas de la división en Mentera-Barruelo, las diferencias insalvables entre los vecinos «de toda la vida» y los hijos y nietos del pueblo que han vuelto de forma temporal o permanente. «Vienen de fuera a jodernos y con denuncias», decía otro interviniente. Sorprende escuchar cosas como que si no todo se está haciendo de forma legal es «porque siempre se han hecho así».
Las entidades locales menores al Ayuntamiento funcionan a través de juntas vecinales (básicamente, cuando tiene más de cien habitantes) o de concejos abiertos (menos de cien censados). A los dos les elige el pueblo, pero mientras que en las juntas hay un órgano de gobierno con capacidad para tomar decisiones, en los concejos solo hay un presidente sin apenas poder ejecutivo. Su labor es representativa y consiste en convocar las asambleas en las que los vecinos votan y deciden todo por mayoría
Y llegó la votación de los eólicos. La única cosa en la que hubo acuerdo fue hacerlo en urna. Para que fuera anónimo. Aunque los partidarios del 'no' habían hecho una intensa campaña para explicar los problemas asociados al parque y la afección a zonas protegidas por sus valores ambientales y patrimoniales, temían que algunos vecinos que rechazan el proyecto votaran 'sí' por temor a represalias.
Cabe destacar que la opinión del pueblo no es vinculante, que la última palabra la tendrá el Gobierno de Cantabria, aunque la empresa estaba muy interesada en presentarse ante la Consejería con el visto bueno de la gente. La presidenta del concejo también lo dijo, aunque muchos no se enteraron en medio del ajetreo. Cano fue llamando uno a uno a cada vecino -los apellidos se repetían casi siempre los mismos- y salió lo que salió. Celebración para unos, sorpresa para otros. Y mucha tensión. «¿Que si es reconducible? Esto no se arregla ni aunque lo saquéis en portada». Lo decía una partidaria del 'sí' de broma, pero acertó.
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