Soñador pone el suspense en los encierros de Ampuero

El resto de novillos toros que esta tarde protagonizarán la corrida mixta cumplió el guion. Pero el número 23 de Soñador se quedó dormido en el largo de ida. Ahí todavía llevaba la escolta de un cabestro y logró completar la primera mitad del recorrido casi al rebufo de sus compañeros de ganadería.

El problema vino en el regreso. Ya en la calle El Comercio, antes del Pereda, comenzó a hacerse el remolón. Y la situación empeoró cuando el único cabestro que lo acompañaba siguió el camino hacia los corrales, haciendo inútil el intento de pastores, recortadores y mozos por sacarlo de su ruta memorizada como buen guía.

A partir de ahí, el riesgo y la tensión se desbordaron. Un toro suelto y desorientado es el peor panorama en un encierro. Más si adopta la actitud de Soñador, que lo mismo miraba a las tablas para encontrar un punto de fuga, que se arrancaba a seguir a uno de los mozos y pastores que trataban de enfilarlo en la dirección correcta.

Aún dio tiempo a que la manada de cabestros deshiciera el trayecto desde la plaza y acudiera en su busca. Lo alcanzaron junto al Supermercado Herrero como si quisiera improvisar una compra sin disponer de saldo. Los mansos lo envolvieron con oficio y se lo llevaron hacia La Pinta, como si se reeditase el largo de ida. Pero Soñador no estaba por la labor. Y allí estuvo quieto como quien aguarda el marianito y las rabas.

La interminable espera finalizó cuando el reloj marcaba 14 minutos desde la explosiva salida. Fue en ese momento cuando accedió a recorrer al trote la calle El Comercio. Aún tuvo tiempo de amagar con otra finta. Subiendo el puente grande decidió pararse y dejó a los cabestros sin rehén. Afortunadamente, solo lo hizo para descender el puente y enfilar el callejón en solitario. Se sabía el protagonista de la fiesta. Y vaya si lo fue.

Por lo demás , el encierro respondió a las expectativas respecto a una afluencia muy superior en espectadores y corredores. El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, se dejó ver a pie del recorrido antes y después de la salida de los morlacos.

El parte de atenciones de la DYA arrojó un saldo de cuatro asistencias. Tres de ellas por caídas y la cuarta, la más delicada, por una posible fractura de costilla al chocar el corredor contra el vallado tras ser golpeado por una de las reses. Fue trasladado al hospital de Laredo para quedar en observación. Histórica jornada en unos encierros que este domingo vivirán el cierre de esta edición.