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Un cierre que «no sorprende»
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Preparados. Muchos vecinos esperaban con resignación el confinamiento tras dispararse los contagios en las últimas semanasEn la tarde del miércoles, a falta de pocas horas para que entrase en vigor el cierre perimetral y de las actividades no esenciales en ... el municipio de Polanco, la resignación, la preocupación y el cansancio eran la nota predominante entre sus habitantes. Muchos ya esperaban una medida tan contundente, dado que el índice de contagios se había disparado en las últimas semanas, pero no deja de ser otro mazado para lo que desean todos: pasar la negra página de la pandemia lo antes posible.
«No me extraña lo más mínimo, al final tenemos lo que nos merecemos», decía Daniel, que regenta un estanco en la travesía de Requejada. A él no le preocupa el cierre, sino el mal comportamiento de algunos vecinos. «A mí no me toca bajar la persiana -explicaba-. La otra vez también estuve abierto. Lo único que tuve que hacer es reducir el horario comercial. Abría más tarde por la mañana y cerraba a las seis de la tarde, cuando ya no había gente por la calle». A Daniel no le sorprende lo que ha ocurrido en Polanco: «El sábado venía de andar en bici y junto al pabellón había unas 200 personas en el skate park. Delante de mi bajaba la Guardia Civil y no pasó absolutamente nada. Cada uno va a su libre albedrío. Yo he dejado de ir al gimnasio porque había nueve positivos y ahí sigue, sin cerrar».
Tasa de incidencia 14 días. 724
Tasa de incidencia 7 días. 421
Casos activos. 48
Casos acumulados. 197
Recuperados. 149
Fallecidos. 0
A unos metros del estanco tiene su tienda de electrónica Miguel Oláiz, un negocio que abrió hace 33 años y que se ha convertido en uno de los más veteranos. «Yo tampoco tengo que cerrar -señalaba-, no me afecta porque trabajo en telecomunicaciones. La otra vez también estuve abierto, menos en la semana más crítica». Él también ha oído lo de los positivos en el gimnasio y se queja de la relajación en el cumplimiento de las normas establecidas para tratar de frenar la pandemia: «Hay gente que te viene enseñando la nariz o sin mascarilla porque dice que se le ha olvidado». Miguel nota la falta de clientes, sobre todo durante los confinamientos, y es de los que desea con fervor el final de esta «pesadilla».
Al otro lado de la carretera general tienen su negocio familiar Avelino y Beni, Carnicería Hoyuela, la única del municipio y una de las más antiguas de la comarca. La abrió el padre de Avelino hace 60 años. Ellos también van a seguir trabajando en este confinamiento, que ya esperaban. «No nos ha cogido de sorpresa -indicaba él-. Sólo faltaba conocer el día y los detalles. Bastaba con ver como iban evolucionando los datos de contagio. Ahora le toca a Polanco, pero caerá un municipio detrás de otro».
Ellos no achacan lo sucedido al mal comportamiento de la gente. «Aquí entra todo el mundo con mascarilla y guarda las distancias haciendo cola en la calle», indicaba Beni. Lo que sí notan es el bajo estado de ánimo de algunos clientes: «Todo el mundo está deseando que esto acabe. En muchos pesa el tiempo que ha pasado, el quedarse sin trabajo, que se acumulan los problemas... En algunas personas notamos ese cansancio, ese desgaste de no saber qué pasará». Respecto a la marcha del negocio no tienen queja, incluso trabajaron más de lo habitual durante el confinamiento domiciliario. Su única «pega» ocurrió en agosto: «Cerramos 14 días porque tuvimos contacto directo con un positivo».
El que sí ha tenido que cerrar es el Restaurante Palacios. «Es lo que toca», decía Javier, que está en contra de «los palos» que está recibiendo la hostelería durante la pandemia. Su negocio venía funcionando «bajo mínimos» y ahora tratará de sacarle adelante con la venta de comida a domicilio, servicio que divulga a través de las redes sociales. «No hay otra manera. Los trabajadores están en el ERTE, las facturas siguen llegando y nadie nos ayuda», lamentaba.
Avelino Rodríguez, el concejal más veterano de la Corporación, recogía a su nieta en el colegio La Milagrosa y se mostraba más optimista: «La clave está en la responsabilidad de cada uno. Entre todos podemos mejorar la situación. Yo lo llevo bien, es cuestión de cabeza, como casi todo». Rodríguez también tiene claro lo que ha ocurrido en Polanco: «Nos han cerrado por el alto índice de positividad y el problema es que hay muchos asintomáticos».
Sin embargo, Leticia, una joven vecina que acababa de recoger a su hijo de cinco años en La Milagrosa, estaba más preocupada y explicaba por qué: «Tu controlas lo que pasa en tu casa, pero en la calle pasas a depender de lo que hacen los demás. En el colegio confío porque están haciendo las cosas bien, pero hay gente que se ha relajado». Ella, que tuvo a su segundo hijo poco antes del primer confinamiento, cree que la suerte no influye en estas cosas: «Si pasa es por algo».
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